Por Alejandro Mondragón
La principal fuga de información en las negociaciones panistas para definir al candidato a la alcaldía de Puebla tiene nombre y apellido: Jesús Zaldívar Benavides.
Cobra como presidente del Comité Directivo Municipal del PAN y se ha convertido en el heraldo de las columnas políticas para destapar a Eduardo Rivera Pérez.
La mala memoria del panismo tradicional oculta el triste papel de Zaldívar como diputado local. Fue usado como punta de lanza de la persecución morenovallista contra Rivera Pérez por presuntas irregularidades cometidas como alcalde.
Zaldívar llegó a la posición legislativa como parte de los acuerdos de El Yunque con el morenovallismo, pero ya en el cargo sólo hizo lo que le ordenaron Eukid Castañón y Jorge Aguilar Chedraui.
No se cansó de acusar a Rivera Pérez de corrupción, al punto de fincársele un pliego de cargos.
Ahora que el morenovallismo cayó en desgracia, lo primero que hizo fue ponerse a las órdenes de Rivera y regresar al Yunque para quedarse con la dirigencia municipal del PAN.
Si Marko Cortés, Genoveva Huerta o el propio Rivera quieren saber de dónde salieron las versiones que había sido destapado, nada más tiene que voltear los ojos hacia Zaldívar.
El dirigente municipal panista tiene abierto un proceso legal en la Secretaría de la Función Pública del Estado por irregularidades en el manejo de 35 millones de pesos que presuntamente usaría en todo el año para los planteles Conalep.
Y el director de los colegios se lo gastó en un mes en obras inexistentes y el uso de factureras para lavar el dinero.
Hoy se encarga de amarrar navajas entre Genoveva y Rivera, lo que poca ayuda en las negociaciones para definir al candidato.
No es la garganta profunda, sino el gárgaras del PAN.
Así el nivel de patético personaje.