Por Alejandro Mondragón
Sentado en una silla al rincón de la sala de juntas donde se analizan las estrategias de seguridad pública en Puebla, Ardelio Vargas Fosado está de regreso.
Desde ahí observa y emite sus juicios con el visto bueno del Ejecutivo. El gabinete nada más siente su mirada en la espalda.
Su opinión es valorada por el gobernador Luis Miguel Barbosa, al grado que se ha convertido ya en el principal asesor.
Vargas Fosado será responsable de la estrategia de seguridad para Puebla y la zona metropolitana con municipios conurbados.
Eso implica la salida de Lourdes Rosales Martínez de la Secretaría de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Puebla, muy a pesar de la alcaldesa Claudia Rivera Vivanco.
Con Ardelio llegará la limpia en los cuerpos policiacos y la reestructuración de las dependencias municipales en la zona.
Es la forma en la que el mandatario asume el control de la zona para enfrentar la realidad delictiva y cambiar la percepción social.
Ardelio Vargas ya fue Secretario de Seguridad Pública en Puebla con Rafael Moreno Valle. Trajo el proyecto de vigilancia y escucha para la entidad que acabó, tras su salida, en espionaje político para los adversarios del morenovallismo.
Estuvo años atrás en el Cisen y posteriormente fue invitado por Enrique Peña Nieto para encargarse del Instituto Nacional de Migración.
En febrero del 2019 en una mitin de campaña de la Cuarta Transformación anunció su respaldo a la candidatura de Luis Miguel Barbosa, hoy gobernador de Puebla.
Los hilos de la crisis de la seguridad ya los tiene, ahora sólo falta jalarlos.
Vargas Fosado es mano dura. Ha estado implicado en diversos actos de represión, además de ser señalado de abusos como titular de Migración.