Por Alejandro Mondragón
En letra muerta quedó aquella frase del empresario Alfredo Sandoval, durante su toma de posesión como presidente nacional de la Coparmex, en 1984:
“Los mejores tiempos están por venir”.
Ahora el sindicato patronal de Puebla vive sus peores tiempos y nada se avecina por venir, bajo la presidencia de Fernando Treviño.
El Centro Patronal redujo a una tercera parte su membresía; la decepción de socios y consejeros va en aumento. No más de 300 afiliados tiene. Qué vergüenza.
Una de las figuras emblemáticas, Pablo Rodríguez Posada, renunció a su cargo de consejero, ante el abandono, arrogancia y prepotencia de Treviño y compañía.
Pobre Coparmex. Tan lejos de la familia Rodríguez Posada y tan cerca de la Treviño.
Se le olvida a Fernando que la sede actual de la Coparmex fue gracias al respaldo financiero, político y empresarial de Juan José Rodríguez y familia, para que el sindicato conservara su independencia.
La gota que derramó el vaso y causó un mayor éxodo de consejeros y socios fue la pasada asamblea del 85 aniversario del sindicato patronal en Puebla.
Ni el presidente Fernando Treviño llegó. Sólo envió un video desde la cama de un hospital para disculparse por no asistir ante no se sabe qué enfermedad contrajo.
Y qué bueno que no llegó porque ni 100 personas acudieron, cuando el promedio de asistencias en asambleas rebasa siempre los 1,000 socios y consejeros.
Es cierto que la institución es más que la persona. La Coparmex seguro se recuperará, pero con otros perfiles y liderazgos que realmente se comprometan a fortalecer al organismo, no su ego.
Si Treviño piensa en reelegirse bien valdría la pena que le dijeran que si lo hace, encabezará un organismo sin socios ni consejeros.
El rechazo es generalizado. Y más vale que los empresarios se pongan las pilas porque en una de esas, ante la debilidad de liderazgos, se les infiltra un perfil de la 4T.
Coparmex paga con su presidente tanta condescendencia con el morenovallismo. Nada queda de aquel sindicato de patrones que defendían a costa de su tranquilidad económica y de seguridad los intereses frente a gobernantes como Mariano Piña Olaya o Manuel Bartlett.
En la Coparmex, hoy, se viven malos tiempos y se avecinan peores.
Es hora de cuidar a la institución y lanzar un perfil empresarial, ajeno a la arrogancia.