Por Abel Pérez Rojas
Sacamos una gran fuerza de nuestras reservas cuando nos encontramos profundamente convencidos de algo o de alguien, de tal manera que sin medir los riesgos y las consecuencias, nos arrojamos a alcanzar lo que nos propusimos.
Lo anterior es lo que marca la diferencia entre las mayorías y quienes escuchan su voz interior, sin importarles que sean una minoría y puedan ser segregados por ello.
La profunda convicción surge de muy adentro de nosotros, se va forjando con el tiempo y la hacemos tan nuestra que no hay diferencia entre aquello por lo cual estamos convencidos y nuestro yo, es decir, eso por lo cual luchamos y trabajamos no es algo externo ni mucho menos ajeno.
A eso se debe que depositamos horas extras incontables, sorteamos dificultades que en otras condiciones no lo haríamos y a veces nos jugamos la existencia misma con tal de conquistar aquello que ya vimos y nos ha seducido por su nobleza o bondad.
A la luz de esto deben entenderse casos y pasajes de vida de quienes han marcado un antes y un después.
A bote pronto y sin mediar mayor reflexión, viene a mi mente el caso de Scoot Doolan, la primera persona con discapacidad en conquistar el Everest en silla de ruedas.
También acude a mi memoria la labor de mi paisano poblano Gilberto Bosques, quien con su labor diplomática, salvó la vida a más de treinta mil refugiados amenazados por el nazismo.
En fin, creo que sin mayor dificultad tú también podrías hacer una lista interminable de casos e historias de vida de personas que han contribuido al bien de la humanidad con su ejemplo o con su labor a favor de los demás.
Si revisas esa lista te darás cuenta que el profundo convencimiento es el común denominador de todas esas personas, así sean figuras públicas o sigan cubiertas por el anonimato.
Observa que ese profundo convencimiento siempre ha estado presente en nuestras vidas, pero no recapitulamos en ello, cuando se esclarece, se clarifica nuestra motivación profunda de todo lo que hacemos.
A mí me ha sucedido con Sabersinfin.com, si hace algunos años me hubieran dicho todo por lo que pasaría, seguramente a toda velocidad hubiera renunciado a encabezar este movimiento, pero no fue así, entonces el camino se convierte en nuestro principal maestro.
Como andar el camino es lo que nos forja, es entendible por qué es tan importante soltarse, aprender a surfear en la adversidad y hacer nuestra la pedagogía del caos para desarrollar resiliencia.
¿Dónde radica nuestro profundo convencimiento?
¿Cómo se siente refugiarse en el profundo convencimiento?
¿Es noble aquello que nos ha convencido profundamente?
Éstas y otras preguntas son las que brotan a nuestro paso y tal vez no tengan una respuesta fácil ni cómoda, pero sí son muestra de que aquello por lo cual luchamos no es resultado de un acto de inconsciencia, egoísmo o perdición.
Reflexionar sobre todo esto es valioso, porque son los primeros pasos de una especie de meta lectura de la consciencia que siempre desemboca en la clarificación de nuestro ser.
¿O no?
Vale la pena darse cuenta. Vale la pena intentarlo.