Por Alejandro Mondragón
El día del arranque de la 4ta. transformación en Puebla llegó y nadie lo puede evitar.
Periodistas y analistas sostienen que será el gobernador Luis Miguel Barbosa, quien reescriba la historia de Puebla.
Mucha responsabilidad para un sexenio de 5 años.
Fue el ganador de la elección y lanzará su cruzada hacia los excesos, yerros y corruptelas del morenovallismo.
El tema no es reescribir la historia, sino saber con quiénes lo hará. Cómo ejecutará la transformación, cuánto costará a Puebla su apuesta.
Y quizá lo más importante: quiénes serán sus contrapesos.
¿Será la 4T al estilo de López Obrador o de los gobiernos municipales que tienen en zonas de desastres sus gestiones?
Los aduladores del morenovallismo son ahora sus principales detractores. Los principales denostadores del proyecto de Luis Miguel Barbosa de ayer, son hoy sus impulsores.
¿Qué historia se va a reescribir? ¿La de quítate tú porque llegué yo?
En esta etapa jamás se debe olvidar que Puebla es un estado de alternancia política, conservador, pluricultural y con enraizadas costumbres.
¿Cuáles serán los temas por reescribir?
No se trata sólo de borrar iniciales, nombres y colores de las obras, sino evitar oootra vez esas imposiciones en aras de combatir a los corruptos de ayer.
La crisis de las instituciones se origina cuando se salen con la suya. Es la impunidad la hermanastra de la corrupción.
Desgraciadamente se observa en el escenario la ausencia de contrapesos, de crítica que incluso legitime la nueva historia de Puebla.
Las expectativas son elevadas, máxime si al nuevo gobernante lo arropan con loas, como ocurrió en su momento con los anteriores mandatarios. Desde el Benito Juárez hasta el Kennedy poblano.
Más mesura, mejor debate y, sobre todo, entender que los gobiernos tienen fecha de caducidad, las sociedades no. Ellas resisten para perdurar.
Quizá la nueva historia de Puebla y cambio de régimen lo tengamos que reescribir los poblanos.