Por Alejandro Mondragón
Hace 11 años, el 29 de noviembre del 2007, la Suprema Corte de Justicia de la Nación exoneró al entonces gobernador Mario Marín de las violaciones a los derechos humanos de la periodista Lydia Cacho.
En la víspera del resolutivo dividido, el ministro Juan Silva Meza elaboró un dictamen condenatorio hacia el llamado Góber Precioso.
Los medios de comunicación daban por hecho la caída de Marín y evaluaban nombres de posibles sucesores. Es más, la mayoría priista y marinista del Congreso local preparaba el blindaje y cerraba filas para impedir cualquier juicio político en contra que condujera a su destitución.
Este escenario de crispación hacia el juicio que definirá el futuro político de Puebla se vive, oooootra vez, a niveles insufribles.
Todos mantienen la respiración para después dar por hecho que se repite la elección y salen ternas de posibles gobernadores interinos.
Los tiempos del imaginario colectivo jamás serán los jurídicos y menos de quienes hoy se encuentran en el ojo del huracán por definir si ratifican a Martha Érika Alonso como gobernadora o habrá nuevos comicios.
La verdad mediática por lo general nunca acaba transformada en verdad jurídica, vaya dilema.
Todos fuimos testigos de la violencia electoral y muerte de poblanos, irrupción en casillas por parte de hombres armados, así como robo de casillas, durante la jornada del 1 de julio.
¿Tales hechos son suficientes para que los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación tiren el resultado final, cuya votación se contó dos veces y 8 de 9 partidos disponen de las actas de casilla que validan la cadena de custodia de la papelería que manejó el órgano local?
Nadie hoy puede anticipar un fallo, porque ya la historia nos ha demostrado que un dictamen no termina por ser respaldado por la autoridad a la hora de emitir su voto.
Pero seamos honestos y quitemos la estridencia de las redes sociales para darnos cuenta que en muchos hogares de poblanos hoy existen otras prioridades, como por ejemplo prepararse para las fiestas de fin de año.
El reloj avanza, que sufran hombres y mujeres de poder. Ya les tocaba.
En una de esas, Peña Nieto le da su bono sexenal a su amigo y socio, Moreno Valle.
Y a los de Morena no se les olvide: estabilidad es lo que requiere la cuarta transformación de López Obrador que arranca el 1 de diciembre.