Por Alejandro Mondragón
Para garantizar el control del PAN en estos tiempos de cínicos, el dueño del partido en Puebla, Rafael Moreno Valle, ya resolvió la fórmula a la dirigencia estatal.
Ya no irá Miguel Ángel Huepa, pues ante la recomposición de su alianza con El Yunque nacional pretende enviar la señal de que pondrá a uno de los suyos.
El problema es que en Puebla se sabe de antemano que este personaje siempre ha sido su fiel escudero, incluso contra los de casa. Ahí están las afrentas que le ha hecho al hoy mandatario Antonio Gali.
Este sujeto es ni más ni menos que Pablo Rodríguez Regordosa, actual dirigente municipal panista, en la mira de las ONG´s vinculadas a los derechos humanos por su agresión a Yasmín Flores Hernández, colaboradora del programa radiofónico Al Portador.
No importa tampoco que haya un expediente abierto en el Senado en su contra por favorecerse del proyecto AUDI en San José Chiapa.
Tampoco que el PAN haya perdido en la capital, donde actualmente es líder, la elección presidencial, todas las diputaciones federales y locales, así como la alcaldía de Puebla.
En el morenovallismo, ser misógino, fantoche y perdedor es motivo de premio, porque lo que vale es la lealtad a ciegas.
Pablo Rodríguez irá en fórmula con otra perdedora: Blanca Jiménez, para la secretaría general. Esta mujer fue motivo de escándalo cuando aparecieron fotos sobre su relación con Tony Muñoz, mejor conocido en círculos huachicoleros como El Cachetes.
Ese el PAN que tiene el morenovallismo. Recurrir a los mismos, blindarse y mostrar al exterior que su apertura es tal que hasta un junior de El Yunque es su carta al estado.
Todo por congraciarse con senadores ligados a la Organización en la conquista por arrebatar a Damián Zepeda la coordinación de la Cámara Alta del Congreso de la Unión.
Los panistas se lo merecen.