Por Alejandro Mondragón
Sin la protección del gobierno de Peña Nieto y todas las puertas cerradas en el nuevo sexenio de Andrés Manuel López Obrador, el ex gobernador Rafael Moreno Valle ya encontró una rendija.
Y desde Puebla arma una estrategia por la vía de dos personajes que le ofrecen, uno, estructura; y el otro, cercanía.
El primero es Esteban Moctezuma Barragán, próximo secretario de Educación, quien con el proceso de descentralización de la SEP brinda una estructura para dar cabida al morenovallismo.
Frente a la presión mediática abortó la designación del operador político de Moreno Valle como subsecretario: Luis Maldonado Venegas.
Sin embargo, el autor de la frase “nos atacaron (en Chalchihuapan) con piedras de gran calibre” ya opera como jefe de asesores de Moctezuma, listo para abrir espacios a los morenovallistas en desgracia.
Esteban mantiene una relación muy estrecha con Moreno Valle, gracias a los buenos oficios de Elba Esther Gordillo y Ricardo Salinas Pliego. Con este último era el enlace para los proyectos culturales de TV Azteca, a la que se le pagaron millones del erario.
El otro personaje que no le brinda estructura, sino cercanía es ni más, ni menos que Julio Scherer Ibarra, sí, el ex estratega de Manlio Fabio Beltrones, quien operó la campaña negra del PRI en las elecciones del 2016 a la gubernatura para Blanca Alcalá.
Scherer jamás operó el expediente de 300 casos de corrupción e impunidad que tenía contra el morenovallismo, pero ahora que fue nombrado consejero jurídico de la Presidencia con López Obrador resulta que son aliados y traen proyecto juntos.
No extraña que dos personajes muy cercanos a Beltrones hoy operen para Moreno Valle. Ahí está el caso del yerno Pablo Escudero que sirve a sus intereses en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y ahora Scherer desde la misma Presidencia.
Moreno Valle sabe que el manto protector que le brindó Peña Nieto se acaba el 30 de noviembre del 2018 y de ahí que se reinventa.
Qué le parece.