Por Alejandro Mondragón
Cuestión de prioridades en la BUAP.
El rector Alfonso Esparza y sus amigos se desviven por sostener con 120 millones de pesos al equipo de futbol Lobos, mientras la infraestructura universitaria se cae a pedazos.
Está claro que la Uniponcho no pondrá el dinero, pero gestionó la aportación del recurso a un grupo de empresarios que se ha favorecido con obras y compras en la institución, claro, con el uso de empresas fantasmas y prestanombres.
En la propia BUAP existe malestar, porque el proyecto de regionalización fracasó, exacto, aquel que usó como bandera el entonces rector Enrique Doger Guerrero, hoy candidato a la gubernatura por el PRI. Su obra magna ya valió.
Las unidades regionales se encuentran en malas condiciones, faltan aulas, infraestructura deportiva, personal de limpieza y administrativo. Los coordinadores de los planteles no pueden dialogar ni con el Rector ni con nadie, no pueden girar oficios porque carecen de sellos, no pueden realizar actividades extracurriculares porque nunca llegan las autorizaciones, no cuentan con recursos económicos porque el director lo administra a su gusto, no reciben completos los materiales de limpieza ni de oficina porque también los reciben los directores y al final les dan lo que quieren a cada lugar y no lo que corresponde.
El plantel de Teziutlán está a cargo de Alberto Ortega Balderas, cuya administración está muy por debajo de lo que Esparza supone y todos le tienen miedo porque el Rector lo invita, lo consiente y cuando se quejan de él, en lugar de llamarle la atención, le concede privilegios.
Balderas igual que otros directores está perdido, pues no conoce nada del campo ni de los contextos comunitarios y étnicos. No sabe nada de los problemas de preparatorias, donde se trabaja con menores de edad y tiene 4 a su cargo.
En un momento en que es importantísimo el desarrollo de las preparatorias de la BUAP por la evaluación del Sistema Nacional de Bachillerato, si el director no podía con el complejo de la Salud en Teziutlán, menos con las otras regionales como Libres, Zacapoaxtla, Tlatlauquitepec y Cuetzalan.
Para medio compensar su salario, los coordinadores de prepa se cargan materias descuidando su función administrativa y el enorme trabajo existente.
Las coordinadoras/es tienen que gestionar, administrar y sobre todo recoger los reclamos de cientos de padres de familia cuando no hay las condiciones necesarias para realizar su trabajo.
En las Unidades Regionales no está el director, quien tiene que dar la cara todos los días es el coordinador o coordinadora, el cual se entiende con los docentes a fuerza de mirarse a diario y de conocer todos los procesos que realizan; son estos coordinadores que ahora están, a propósito y para los fines del Rector: Desaparecidos.
Sólo tienen que dar buenas cuentas y callarse la boca ante el jefe, pero no son vistos ni escuchados por el Rector ni las autoridades universitarias porque ahora la indicación es: Todo pasa por los directores, ellos tienen la última palabra.
Esparza está metido en Lobos y el grupo de empresarios que aportará en el equipo, mientras a la BUAP que se la cargue la chingada.
La creación de complejos ha complicado la realización de las actividades académicas, administrativas y extracurriculares, la información se triangula, llega tarde y no hay vinculación con otras áreas de la universidad, sólo hacia los complejos.
“Esperamos que uno día de estos, casi como esperamos a los reyes magos, el Rector tenga un diálogo con los docentes de los complejos. Si es que realmente le interesa la problemática existente, o más bien si quiere enterarse de la realidad”, piden los académicos.
A Esparza le dio embolia, pues no habla, no escucha y tampoco ve el desastre de unidades regionales. Lo único que le interesa es el dinero, porque hasta con Morena ya juega.