Por Alejandro Mondragón
La ruta electoral en Puebla ha sido trazada ya. Oooootra vez aparecerán en la boleta del imaginario colectivo Mario Marín Torres contra Rafael Moreno Valle.
El propio candidato presidencial del Por México al Frente, Ricardo Anaya, así lo planteó: un voto por Morena representa el regreso de Marín a Puebla.
El mismo abanderado de la coalición Juntos Haremos Historia, Andrés Manuel López Obrador, dejó en claro que un sufragio por Martha Érika Alonso significa la imposición del Maximato de Rafael Moreno Valle.
Es decir, Marín contra Moreno Valle, Mario vs Rafael, la misma cantaleta desde el 2010 en Puebla.
¿Y los proyectos?
¿Las propuestas?
A la chingada.
Nadie le da importancia a lo que ofrecen Martha Érika y Luis Miguel Barbosa para el estado, en estos comicios de dos.
No, sólo es etiquetar de marinista a Morena y de morenovallista a la alianza Por Puebla al Frente y rémoras asociadas.
¿Qué ex gobernador es hoy más impresentable en Puebla?, preguntó este columnista en redes sociales.
Rafael Moreno Valle se quedó con el 47 por ciento; en tanto, Mario Marín se adjudicó el 53 por ciento de los rechazos.
Más de 1, 278 votos se habían registrado.
El dilema no es el cambio contra el maximato, sino el seguir con Moreno Valle y lo que representa o regresar al marinismo.
El problema para el morenovallismo es que en Morena, al menos en la elección que más le importa que es a Casa Puebla, existen más complicidades entre el ex gobernador Rafael Moreno Valle y Luis Miguel Barbosa que con Marín e incluso la propia Martha Érika.
Los protagonistas de la jornada electoral en todos los frentes han dejado en claro que el rumbo para Puebla está en Marín o Moreno Valle.
Qué jodidos andamos.
Pobre Puebla que no se merece este perverso juego.