Por Alejandro Mondragón
Cuentan que la candidata de Puebla al Frente, Martha Érika Alonso, se reunió con tres operadores que sirvieron a los intereses de su marido Rafael Moreno Valle, durante su sexenio.
Fue muy clara en que se mantiene intacta la confianza y el aprecio, pero en estos momentos no formarán parte de su equipo de campaña.
Los negativos que tienen, el rechazo con quienes ha formalizado acuerdos de respeto y, sobre todo, la identificación total con Rafael, la habían obligado a dejarlos fuera.
Sí, se los dijo a tres: Marcelo García Almaguer, Eukid Castañón y Sergio Ramírez Robles, este último siempre contando historias incompletas.
Ahora, falta analizar si estarán detrás, en la campaña paralela, porque para nadie es un secreto que sus estilos prevalecen.
¿Entonces quién grabó al secretario general del PAN, López Cuevas, en esa conversación telefónica donde minimizaba el papel de la mujer en las candidaturas?
¿De quién es la mano de ataque sistemático en redes sociales contra críticos y oponentes, como Luis Miguel Barbosa y Enrique Doger?
¿Quién dinamita los puentes de entendimiento que construye la señora?
¿Habrá un cuarto de guerra paralelo?
¿Cómo explicar el respaldo a Eduardo Rivera como compañero de fórmula de Martha Érika, cuando se le lanzan candidatos morenovallistas de otros partidos: Víctor Gabriel por el PSI y ahora el líder sindical del Ayuntamiento por Compromiso por Puebla?
¿Por qué desde Las Fuentes, Moreno Valle sigue construyendo otras candidaturas a alcaldes y además repartió cuotas a los suyos en todos los partidos para controlar absolutamente el Congreso del Estado?
¿Se fueron o se quedaron?
Moreno Valle declara que su ciclo político en Puebla concluyó, pero es la mano que mece todo.
¿Doble juego?
Los hechos confirmarán todo, ahora que esté en marcha la campaña.
Eso de dejar el poder, de parte de quien lo ejerció a plenitud, es una ilusión.