Por Abel Pérez Rojas
“En las relaciones humanas es preferible buscar sabiduría
en lugar de correspondencia”.
Conlleva un error sostener que debemos tratar a los demás como queramos ser tratados, porque asumir dicha sentencia sin cuestionar nos priva de otros niveles superiores de pensamiento y de convivencia.
A continuación le explico.
A través de consejos, arengas y manuales se nos ha enseñado, como un principio ideal de las relaciones humanas, que tratemos a los demás como queremos ser tratados, de tal manera que si queremos recibir cortesías, debemos ser corteses y si queremos ser respetados debemos abordar con respeto a quienes nos rodean.
La cuestión es que damos por hecho que lo que deseamos siempre será el bien y el acierto, pero perdemos de vista que seguramente en varias ocasiones estaremos equivocados y que frecuentemente podemos estar buscando satisfacer nuestros instintos, nuestro ego o nuestra ignorancia.
De tal manera que si nos encontramos en cualquiera de todos aquellos supuestos erróneos, aunque nos esmeremos en el buen trato, éste está colocado en cimientos que deben ser cambiados.
Para ilustrar lo que aquí le vengo compartiendo, acudo a un breve cuento sufí que aborda con exquisita sencillez y claridad otros niveles superiores de convivencia.
Aquí el cuento tomado de meditaldia.com:
Decía un Maestro a sus discípulos:
– Un hombre bueno es aquél que trata a los otros como a él le gustaría ser tratado. Un hombre generoso es aquél que trata a otros mejor de lo que él espera ser tratado. Un hombre sabio es aquél que sabe cómo él y otros deberían ser tratados, de qué modo y hasta qué punto. Todo el mundo debería ir a través de las tres fases tipificadas por estos tres hombres.
Alguien le preguntó:
-¿Que es mejor: ser bueno, generoso o sabio?
– Si eres sabio, no tienes que estar obsesionado con ser bueno o generoso. Estás obligado a hacer lo que es necesario.
Vea querido lector que de acuerdo al cuento, sobre la forma de convivencia del hombre bueno está la del generoso y la del hombre sabio.
Está por demás decir que la bondad por sí misma y aislada, puede generar hombres débiles y tontos, que la generosidad nos lleva a desprendernos inclusive de lo que nos hace falta, y que la sabiduría es un nivel de conciencia que despeja las lagunas y los errores de una y otra.
Más que tratar a las personas como queremos ser tratados, debemos ejercitarnos en la sabiduría para establecer relaciones profundas consigo mismo y con los demás.
En la sabiduría, tanto la bondad, la generosidad, y las costumbres se amalgaman para hallar relaciones duraderas, justas y maduras.
Como esto último es lo que vale la pena buscar y hallar, es entendible comprender que debemos cambiar nuestro paradigma de las relaciones ideales interpersonales.
Sin sentimientos de culpa, sin reproches, sin chantajes vayamos a la búsqueda de lo que está más allá de la correspondencia en las relaciones humanas.
No es una cuestión de suerte, es un camino que podemos andar y que en el trayecto encontraremos las gratificaciones respectivas.
En síntesis: tratemos sabiamente independientemente de cómo seamos tratados, porque esto nos forja en el progreso y cambia nuestro entorno para bien.
¿Se anima a ir más allá de la correspondencia en las relaciones humanas?