Por Alejandro Mondragón
“Meade amigo, Moreno Valle está contigo”.
Esa y no otra sería la frase que sintetizaría la relación entre el candidato priista, José Antonio Meade y el ex gobernador Rafael Moreno Valle.
El primero sí necesita al segundo para algo simple: operar su causa en los estados donde gobierna el PAN y PRD para que aporten la cuota de votos a la bolsa final del 1 de julio del 2018.
Moreno Valle se volvió en el gestor de fondos federales para los mandatarios azules, quienes reconocen en los hechos mejores resultados con él que con su líder nacional, Ricardo Anaya.
El dinero llevará la ruina al PAN.
Y es que José Antonio Meade fue quien ayudó a Moreno Valle a entrar al paraíso peñista.
La desconfianza con la que empezó el sexenio peñista, luego de que el mandatario le prometió que Puebla sería ganado por él en 2012, cosa que no ocurrió, terminó con una relación del uno para el otro.
Atrás quedaron las lágrimas del poblano en la Secretaría de Gobernación cuando se detuvo en febrero del 2013 a Elba Esther Gordillo y ofreció dejar Casa Puebla a quien se la pidiera.
Peña Nieto lo utilizó para operar el Pacto por México al interior del PAN y PRD y favorecer sus reformas energética y educativa, principalmente.
Presupuestalmente, Peña Nieto siempre avaló la asignación extraordinaria de fondos para Puebla. En 4 años de relación, alrededor de 280 mil millones de pesos para las obras que quisiera.
Buena parte de los recursos se entregaron sin exigencia de comprobación, pero sobre todo Moreno Valle aplicó su pragmatismo para favorecer los intereses económicos de Peña Nieto.
Los nombres de los financieros del Grupo Atlacomulco están ahí, en cada costal de cemento utilizado para las obras: Higa (Hinojosa), Hérmes-Peninsular (Hank), Pinfra (Peñaloza), OHL (Ruiz Esparza), Pierdant (Cycloshare). Otros proyectos con firmas ligadas al Grupo Hidalgo con Osorio Chong, su principal aliado en el gabinete, junto a Ruiz Esparza, el señor de los portafolios que cobra en la SCT.
Moreno Valle fue un secretario sin cartera de Peña Nieto. Tuvo derecho de picaporte en la oficina del presidente. Fue el único de los mandatarios que operó con más propaganda que acciones específicas las reformas estructurales.
Después de que dejó la gubernatura, Peña Nieto lo ha recibido un par de veces en audiencia. Sabe lo que tiene: recursos y estructura. Yo agregaría, un toque de malicia.
Nada tiene que quejarse Peña. Moreno Valle claro que también se favoreció políticamente, porque hizo lo que quiso con Puebla. Dejó sin dientes al PRI. El peñismo le permitió construir su cacicazgo.
Peña Nieto dejó que Moreno Valle trate a los priistas (mujeres y hombres) como mejor le plazca. Osorio Chong, en la campaña por la minigubernatura, prohibió a Manlio Fabio Beltrones exhibir los expedientes de corrupción del morenovallismo.
Siempre que requirió de sus servicios, Moreno Valle le operó como priista. La última ocurrió en el tema del gasolinazo. Los votos panistas que requería se los dio, a cambio le autorizaron un jugoso presupuesto para el séptimo año de su sexenio.
Lo deja Peña Nieto irse impune, pues lo necesita para lo que viene: dividir al PAN y atacar a López Obrador.
El morenovallismo floreció porque Meade les dio recursos a manos llenas para todos sus proyectos y chingaderas. Seamos realistas.
Y Moreno Valle con Meade de presidente se alista para ser considerado en “su gabinete plural y donde caben todos”. Ajá.