Por Valentín Varillas
Impunidad, fue la moneda de cambio con la que Alfonso Esparza negoció la autonomía de la Máxima Casa de Estudios del estado con el hoy ex gobernador Rafael Moreno Valle.
Impunidad no solo para él, sino para el grupo que representa, en el que se formó, al que le debe todo lo que es, con el que sigue teniendo ligas comprobadas y del que en público trata obsesivamente de deslindarse.
El acuerdo, bajo la lógica actual, ya resulta demasiado caro para el morenovallismo.
Los cada vez más sonados escándalos del Tío Poncho y su pandilla, sumado al apestoso tufo de la más descarada traición a quien lo protegió durante su sexenio, han propiciado un giro radical en el balance de los amarres.
Hoy el actual rector es simplemente otra pieza prescindible en el tablero de la conveniencia coyuntural.
Nada más.
Y se le utilizará en consecuencia.
Sirve cada vez menos para mantener ciertos niveles de paz y tranquilidad en una institución que es factor importante en la gobernabilidad del estado y para los inconfesables acuerdos económicos de beneficio mutuo.
Otros actores han tenido ya que entrar a la operación política real.
Sin embargo, su valía política real se agota irremediablemente y cuando los plazos se cumplan será desechado de manera fulminante.
Así ha sido siempre en las alianzas que ha tejido Moreno Valle.
Varios han sido los que sirvieron institucionalmente a Moreno Valle desde diferentes trincheras y en el momento en el que -intencionalmente o no- se convirtieron en un obstáculo, fueron defenestrados del paraíso político poblano.
La máxima es clara: “úsese y tírese”.
No tendría por qué ser diferente con Esparza.
Mucho menos con las ligas que el rector mantiene con personajes que han sido tachados como “enemigos del sistema” y a quienes, a pesar de todo, sigue beneficiando desde su cargo.
A pesar de la supuesta limpia de personajes indeseables, ordenada desde hace años por Casa Puebla, los “exiliados” siguen teniendo presencia, influencia e intereses económicos al interior de la BUAP.
Muchos de estos acuerdos siguen vigentes y gozan de cabal salud.
Hoy, se opera ya una estrategia de apoderamiento gradual, pero total de la universidad y se basa en infiltración sistemática de personajes de confiabilidad y fidelidad comprobada al grupo gobernante.
Además de las consabidas e infaltables traiciones.
Los mensajes, ya llegaron y han sido de una contundencia brutal.
Y lo que falta.
Lo que se ha visto es, apenas, la punta del Iceberg.