24-11-2024 09:53:07 PM

Maldonado, por la revancha

Por Valentín Varillas

Luis Maldonado Venegas será quien tenga la encomienda de convencer a los jerarcas del PRD, la izquierda light mexicana, de amarrar una alianza con el PAN para el 2018.

Una alianza que, sobra decirlo, en su óptica deberá encabezar Rafael Moreno Valle Rosas.

Para el ex funcionario público poblano, se trata de una auténtica revancha política.

Y es que, apenas el año pasado, fracasó monumentalmente en la tarea de sumar al Sol Azteca al trabajo político a favor del hoy gobernador, José Antonio Gali Fayad.

A Rafael le caló hondo el que Maldonado no pudiera amarrar en alianza a un partido que era fundamental en la estrategia electoral del 2016 y al que le destinó una muy importante cantidad de tiempo, además de recursos materiales y humanos.

Nunca se escatimó nada en lo referente a hacerse del control del centro neurálgico en la toma de decisiones perredista.

A Maldonado y sus operadores se les dio la libertad absoluta que pidieron, en el entendido de que tenían la capacidad y las relaciones necesarias para cumplir el objetivo.

Lo peor fue que, en las constantes reuniones de seguimiento que se llevaron a cabo para evaluar el tema PRD, Luis presentó siempre un panorama “inmejorable”, “muy positivo” y “acorde con la ruta crítica” planteada en la estrategia.

Los hechos demuestran que al final mintió.

Que jamás tuvo la influencia, ni los amarres, ni las alianzas suficientes para que este partido le entrara con todo a defender los intereses electorales del entonces mandatario poblano.

Simplemente se fue por la cómoda y repitió hasta la saciedad lo que el gobernador y sus operadores querían oír, sin importarle que la teoría no fuera un reflejo fiel de la realidad.

Simple y llana ficción.

Lo pagó muy caro.

Meses de defenestración absoluta en la recta final del sexenio y un aislamiento total de las reuniones de definición de acciones encaminadas a perfilar el proyecto presidencial.

Todo cambió con el relevo en la dirigencia nacional del PRD.

La llegada de Alejandra Barrales fortaleció los amarres de Maldonado al interior del partido, favoreciendo al grupo que pugna para que el partido ensaye una política aliancista en el 2018 como estrategia de auténtica supervivencia electoral.

Llama la atención que Maldonado tenga otra vez una tarea de altísima prioridad en la precampaña de Rafael, después de que, en una coyuntura complicada, intentó inclusive bajarse del barco morenovallista.

Y es que, poco antes de la elección 2015, a pesar de tener amarrada una curul en el congreso federal por la vía uninominal, tocó varias puertas de supuestos “aliados” insertados en posiciones de importancia en el gobierno federal, para pedirles chamba.

El peregrinar fue largo y tortuoso y en su andar, tuvo que enfrentar situaciones francamente penosas.

En ocasiones, los lugares designados para los encuentros eran absolutamente atípicos y marginales en aras de cuidar la discreción y operar con un sigilo que resultaba conveniente para ambas partes.

El rechazo fue la constante, aunque en la mayoría de los casos se cumplieron con cabalidad con los postulados de la cortesía política.

Las reuniones, sobra decirlo, fueron únicas e irrepetibles.

Jamás hubo una segunda.

Maldonado empezó su intentona de fuga de las filas del morenovallismo “tirando alto”, es decir, buscando cargos de buen nivel, pero a medida que le fueron dando con la puerta en la nariz, sus expectativas se cayeron estrepitosamente.

Al final,  buscó colarse sin suerte en el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en donde de plano no encontraron nada para él.

Fue entonces, cuando no tuvo más remedio que resignarse a su sino.

¿Por qué querría abandonar una posición de privilegio como la diputación federal, con la presidencia de una de las comisiones legislativas más importantes  en la bolsa, para buscar un derrotero distinto en su futuro político?

Tal vez, en ese tiempo, Luis Maldonado no confiaba en que el proyecto presidencial cuajara.

¿Tendrá esa confianza ahora?

La misma confianza que hoy, nuevamente, le otorga su jefe y amigo.

¿Habrá, ahora sí, reciprocidad?

Si no, todo apunta a que, otra vez fracasará en su nueva encomienda.

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