Por Abel Pérez Rojas
“Divididos, lamemos nuestras cadenas”.
Abel Pérez Rojas.
Son múltiples los factores que nos han traído hasta donde nos encontramos: altos índices de delincuencia y corrupción, dilapidación de la riqueza nacional, supeditación a los intereses internacionales, ignorancia y más ignorancia, manipulación, en fin, toda una serie de calamidades que bien se pueden sintetizar en la suma división que nos caracteriza.
No son necesarias encuestas ni minuciosos estudios para confirmar que estamos divididos y que cada vez más vamos al precipicio del “sálvese quien pueda”.
Los mexicanos estamos tan divididos que no se ve la forma en que podamos hacer a un lado nuestras diferencias y sumar esfuerzos para rescatar a nuestro país.
¿Cómo tejer en entornos donde nos cuidamos del que está a nuestro lado porque sabemos que a últimas fechas la maldad también es sinfín?
Tal vez algo que ayude a zanjar nuestras diferencias tenga que ver con el origen de nuestras divisiones y los beneficiarios de las mismas.
Los mexicanos estamos divididos como resultado de estrategias históricas para apaciguarnos y facilitar nuestra conducción y sometimiento.
Divididos no generamos la suficiente resistencia a los saqueos de nuestras riquezas ni a los abusos de quienes se quieren eternizar en el poder.
Pulverizados somos ajenos a las bondades de la interioridad contrastada con la otredad.
Fraccionados, agudizamos nuestra ceguera, hija del egoísmo y de la soberbia.
Naufragamos en torno a la isla propia, tratando de sobrevivir sin entender que cualquier logro personal es pírrico si no echa raíces en el desarrollo colectivo.
El enjambre de raíces es débil si no fundimos las causas externas –sociales, políticas, económicas-con las individuales e íntimas (psicológicas, ideológicas, metafísicas).
Cierto es que una casta política y económica se comporta cada vez más como un cártel que cierra cualquier paso a la vida democrática, pero también es cierto que centrar sólo nuestra mirada en esa parte del fenómeno hace que evadamos nuestra gris contribución a las fisuras que señalamos y padecemos.
Somos tan responsables de permitir que nos traten como zombis, como también lo somos de lamer las cadenas y degustar la condición.
Pero, aquí estamos y sólo depende de nosotros y las sinergias que seamos capaces de generar para que las cosas cambien.
Estoy plenamente convencido de que desde nuestro ámbito podemos contribuir a frenar la erosión de los lazos sociales y también que podemos activar círculos bondadosos en todos los sentidos.
Claro que podemos contribuir si no nos damos por vencidos ni nos enfrascamos en las preguntas y respuestas de siempre.
Pese a todo, algo que también es cierto es que mujeres y hombres están labrando silenciosamente en el día con día, muchos con la pena de sentirse solos y otros con la fuerza de saber que en distintos frentes se da la batalla por generar un país mejor.
Urge dejar el aislamiento y la división, es edificativo exhibir que sentir placer por el sometimiento es una conducta enfermiza que tarde o temprano nos dejará en la miseria.
¿Qué le parece?