23-04-2024 01:01:45 AM

Oscuros, los nubarrones en seguridad pública

Por Valentín Varillas

“Pasar de Guatemala a Guate-Peor”- reza el refrán.

En el caso del relevo en la Secretaría de Seguridad Pública y Tránsito Municipal de la capital, la sabiduría popular, para desgracia de los poblanos, no se va a equivocar.

Se fue Alejandro Santizo, un personaje que hizo mucho daño al encabezar la estrategia de seguridad pública del municipio poblano por más de tres años.

Llega Manuel Alonso, otro personaje que, en las administraciones de Enrique Doger y Blanca Alcalá, y después con Leoncio Paisano en san Andrés Cholula, hizo el mismo daño al desempeñar cargos públicos.

Alonso por fin cumple el sueño de integrarse al morenovallismo en un cargo de primer nivel.

Intentó, sin éxito, convertirse en el sucesor de Ardelio Vargas en la Secretaría de Seguridad Pública estatal, a principios del 2013, apoyado por el entonces Secretario General de Gobierno, Fernando Manzanilla.

Afortunadamente no lo logró.

Y es que, alrededor del nuevo secretario se tejen auténticas historias de terror.

Cómo no recordar que se trata de uno de los pilares y de la tristemente célebre “hermandad”, un grupúsculo que como auténtico cáncer se insertó al interior de la Dirección de Tránsito y que se dedicaban a lucrar con las famosas “mordidas” y a extorsionar empresarios, vendiendo protección e impunidad para que unidades irregulares circularan libremente sin poder ser molestados.

Alonso es compadre de Carlos Cárdenas, ex director de la policía municipal del dogerismo y quien fue Secretario de Seguridad Pública en el municipio de San Andrés Cholula, en donde toleró y fomentó actividades delictivas como el robo de autopartes y el asalto a comercios.

Bajo las órdenes de Rodolfo López Villaseñor, Alonso hizo mancuerna con personajes como Mario Gabito,             quien se ganó sus afectos cuando arregló el peritaje de un accidente automovilístico en el que se vio involucrada la hermana de Alonso.

Este par se volvió famoso entre los elementos del sector cuatro, ya que gestionaban todo tipo de acuerdos de protección incluyendo uno muy lucrativo: el de transportes de materiales y de unidades refresqueras y gaseras.

Para que este esquema funcionara con precisión y eficiencia, era fundamental la colaboración del comandante José Luis Segreste Reyes, quien en su momento dejó la dependencia municipal y encontró protección en las filas de Tránsito del estado, a pesar de tener una averiguación previa en su contra, la 1844/2008, presentada por transportistas de la agrupación tres de mayo de la CROM.

Ya como director de tránsito, Alonso se vio envuelto en una serie de escándalos cuyas pruebas han desaparecido misteriosamente, o de plano se encuentran en la congeladora durmiendo el sueño de los justos.

Uno de ellos tiene que ver con una investigación en su contra realizada por la dirección de asuntos internos, donde se le señala por haber sacado su arma de fuego y amenazado a uno de sus elementos.

Alonso aseguró en su momento que todo se trató de una equivocación y entonces, de manera inexplicable, esta investigación desapareció y la averiguación previa correspondiente jamás siguió su trámite.

En su momento, elementos de Tránsito pidieron reiteradamente que se les informara sobre el curso de las investigaciones derivadas de una denuncia presentada en contra de Alonso en noviembre de 2007 en la delegación Oriente, por el delito de abuso de autoridad.

¿Y sabe qué?

Nada, absolutamente nada.

Cuando así le convino, Alonso se jactaba de ser “compadre” de la entonces presidenta municipal, Blanca Alcalá y de gozar de la protección política de quien despachaba en la Secretaría de Gobernación estatal, Mario Montero Serrano.

Uno de los incondicionales de Alonso era el comandante Jaime Osorio Roque, famoso en esos tiempos por obtener trato preferencial de algunos reporteros de la fuente policíaca, a través del pago de opíparas comilonas con cargo al erario.

Osorio Roque fue acusado de acoso sexual por dos elementos de la Secretaría según consta en la averiguación previa 1496/2007.

Alonso no es un personaje carismático.

Es más, dista mucho de serlo.

Mientras estuvo en puestos importantes se ganó el repudio de los elementos a su cargo a través de diversos abusos cometidos en su contra.

Por ejemplo, para auto organizarse una comida de despedida previo a un viaje a España, decidió descontarle obligatoriamente, a cada uno de los elementos de los sectores tres y cuatro, 200 pesos de su sueldo.

El evento se realizó en la 23 Sur y 33 Poniente.

Pero eso no es todo.

Con el pretexto de poder costear la comida y los regalos del convivió de fin de año de la corporación, Alonso le exigió a todos los elementos el pago inmediato de 250 pesos  por persona, cuando en realidad el propio ayuntamiento había aportado los recursos necesarios para su realización, además de que varios comerciantes donaron productos que fueron regalados o bien rifados en la fiesta.

Ya como titular de Seguridad Pública en el municipio de San Andrés Cholula, Alonso se ganó el repudio de sus elementos al defender a un grupo de amigos que agredieron al policía Iván Torres Díaz con una pistola 9 mm.

Lejos de cerrar filas con el uniformado, Alonso decidió proteger a sus cuates, quienes habían participado en un Congreso Nacional de Tiro en ese lugar.

El elemento fue baleado cuando intentaba, simplemente, hacer su trabajo.

Pidió que retiraran tres vehículos que se encontraban estacionados en lugar prohibido -con la complacencia del jefe- y fue recibido a tiros.

Al ver lo que habían hecho, huyeron del lugar para ser detenidos posteriormente por una patrulla.

Sin embargo, los agresores salieron impunes ya que, misteriosamente, en ese momento no portaban ningún tipo de arma y no hubo manera de que, quienes estaban ahí, fueran convencidos de atestiguar los hechos.

¿Cómo la ve?

Y así, un larguísimo etcétera que llenaría páginas y páginas enteras.

Estas líneas son, apenas, una modesta visión del futuro que nos espera.

Nada cambia en el fondo, aunque intenten distraer en la forma.

Serán distintas las manos que controlen el monopolio, pero no se acaban los vicios, usos y costumbres.

Una auténtica tragedia cuando la ciudad vive el peor momento de su historia en materia de seguridad pública.

About The Author

Related posts