Por Alejandro Mondragón
El símbolo universitario de la autonomía se va del Centro Histórico, pues al edificio Carolino, ahora lo quiere convertir el rector Alfonso Esparza en un museo, bajo la custodia del gobierno del Estado.
Es neta.
Aún con su enfermedad a cuesta, el Tío Poncho ya decidió que El Carolino deje de operar como oficinas. Para tener contenta a la burocracia universitaria, ya construye #Poncholandia.
Frente a CU se instalan estacionamientos robotizados, cuya concesión será manejada por empresas ligadas al tesorero, Óscar Gilbón, con el aval de Esparza.
La gasolinera y las Farmacias Fleming ya fueron concesionadas a particulares, sin que nadie sepa a quién y por qué monto.
Nadie en la BUAP ha reparado que Ciudad Universitaria ya acabó con las áreas verdes. Ahora se levantan edificios, sin que nadie se ocupe por el entorno.
Sobre la muerte de El Carolino…
Hay que recordar que el inmueble es Patrimonio Universitario Arquitectónico de la BUAP, más que por su belleza y antigüedad, por la emblemática historia que se escribió en él y su contexto en el tiempo.
Desde 1937 es ocupado por la Rectoría y sirve de oficinas administrativas. Es el símbolo universitario de la autonomía.
Se empezó a construir en el siglo XVII, con los bienes que el comerciante en grana Melchor de Covarrubias cedió en beneficio de los jesuitas, se le hicieron añadidos en los siglos XVIII y XIX. La traza original es de estilo renacentista, donde sus patios y claustros jugaron un papel activo en la educación que ahí se impartía.
La BUAP es hoy un negocio al servicio de Esparza y Gilbón.
Quien se opuso hoy ha sido defenestrado y pronto cesado: René Valdiviezo.
La ruta del dinero.
