Por Alejandro Mondragón
Hay priistas que hacen más daño sueltos que amarrados.
Esa lógica ha aplicado la dirigencia nacional del PRI con el caso Puebla.
Aunque a la mayoría de los tricolores les encabrona que a personajes los hayan premiado como a Enrique Doger, con la delegación del Seguro Social, lo cierto es que desde ahí quedó no sólo marginado de los temas torales de la campaña de Blanca Alcalá, sino que lo dejaron sin la tentación de jugar doble con el morenovallismo.
A Manlio Fabio Beltrones le quedó claro que la única apuesta real que tenía el priismo era la de Alcalá, a pesar de su compadre.
Sobre todo cuando recibió la noticia, lo primero que hizo fue acelerar el proceso de nombrar a Doger como delegado federal, una vez concretado el registro de Alcalá.
En la definición de la candidatura ocurrieron dos reuniones en un mismo lugar y a la misma hora, pero una con aliados, otra con adversarios.
Alcalá desayunaba con equipo y operadores para marcar los tiempos de lo que sería su postulación, pero a esa misma hora, cerca de una lujosa casa en Lomas de Angelópolis, se reunían en privado el gobernador Rafael Moreno Valle; el candidato Antonio Gali Fayad; y el alcalde interino, Luis Banck, con Enrique Doger, quien llegó acompañado de su operador político y socio del diario Cambio, Ignacio Mier Velasco.
Ahí hubo acuerdos de mediano y largo plazos, que se notan.
Alcalá supo al instante del encuentro.
El reporte llegó a la ciudad de México, desde donde se ordenó enviar un Dron a Puebla, a través del cual todo se oye, se ve, se graba y se registra sin necesidad de pagar peaje.
Los de enfrente son la prioridad: el góber, secretarios, candidato, empresarios cercanos, el rector, líderes de partidos y periodistas.
Eso ha permitido obtener detalles de hasta esa segunda reunión de pecadillos inconfesables.
El Dron es la novedad de la campaña. Usted no lo ve, pero él sí.
Se sabe ya más que Los Expedientes Secretos X.
Juegan rudo, rudo se jugará.
