19-04-2024 10:30:09 AM

Odiar y emular el populismo

Por: Valentín Varillas

En el mensaje con motivo de su tercer informe de gobierno, el presidente Peña dejo en evidencia el tamaño del miedo que la nomenclatura política le tiene a Andrés Manuel López Obrador.

Sin llamarlo por su nombre, en aquel septiembre, el priista declaraba a la nación:

“En este ambiente de incertidumbre, el riesgo es que en su afán de encontrar salidas rápidas, las sociedades opten por salidas falsas. Me refiero a creer que la intolerancia, la demagogia o el populismo son verdaderas soluciones. Esto no es nuevo”.

Meses antes, en medio de la coyuntura electoral previa a la elección de junio, el gobierno federal echó a andar la maquinaria oficial en aras de maximizar las posibilidades de que el jefe del ejecutivo federal garantizara una Cámara de Diputados a modo que le facilitara el ejercicio de gobierno en la segunda mitad de su sexenio.

Entrega de estufas, despensas, materiales para construcción, las infaltables pantallas con el pretexto del “apagón analógico” y una atípica intensificación en los programas de piso y techo dignos, sirvieron como efectiva moneda de cambio para la compra de conciencias y como claro ejemplo de las acciones populistas y demagógicas que el presidente desdeñó furioso en su discurso.

Pocos días después, en presencia de Peña Nieto -quien se encontraba en el estado en gira de trabajo para la inauguración de obras para beneficio de la empresa Audi- el gobernador Moreno Valle se sumó a la “yihad” anti-populista aplaudiendo a rabiar el discurso de su invitado de honor:

“Señor presidente, el llamado que usted le ha hecho a los ciudadanos, de recuperar la confianza, fortalecer la unidad interna, consolidar las instituciones y cerrarle el paso a la demagogia no pudo ser más pertinente, en este sentido frente a los retos que tenemos por delante. Hoy como ayer le refrendo mi voluntad de seguir trabajando bajo su liderazgo unto con los representantes de las fuerzas políticas”.

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Un par de meses después, el mandatario poblano dio el banderazo de salida a una serie de acciones pocas veces vistas en el servicio público local y nunca en sus cinco años de administración:

Nuevo estadio de futbol con regalo de boletos para el partido inaugural, escrituras gratis, útiles, becas y mochilas, pañales, concierto masivo de Pitbull y el anuncio con bombo y platillo de una verbena popular gratuita en la Plaza de la Victoria, la noche del 31 de diciembre, con motivo del fin de año.

Cientos de millones de pesos en la promoción de su imagen, consciente de que los ataques a su persona serán la columna vertebral de la campaña de sus opositores en la elección 2016.

¿Populismo?

Sí y del peor.

Del que lucra con la miseria e insulta a la inteligencia más elemental recetando “pan y circo”.

¿Y entonces?

¿Qué es realmente el populismo?

¿Cómo entender en su justa acepción el término?

¿La crítica a omisiones evidentes en el ejercicio de gobierno o el uso faccioso del dinero público para obtener un beneficio electoral?

¿Se vale detestarlo en el discurso y al mismo tiempo, ejercerlo a rajatabla en la práctica?

¿Es de verdad el tan odiado “Peje” un ejemplo evidente de esta detestable práctica, que ha dejado como saldo histórico pobreza, marginación, además de una absurda concentración de poder?

En este frente común “de facto” que se ha conformado entre niveles de gobierno para evitar que AMLO se convierta en una amenaza para la presidencial del 2018, Moreno Valle y Peña Nieto combaten una idea particular de lo que entienden como populismo con populismo real.

Bendita congruencia.

abajovale

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