22-11-2024 06:37:57 AM

La continuidad no da votos; la ruptura seduce electores

Por Alejandro Mondragón

El candidato del grupo gobernante para el 2016, Antonio Gali Fayad -desde que fue destapado- dejó en claro que lo suyo será la continuidad del gobierno de Rafael Moreno Valle.

Y el mandatario ya estableció como premisa de campaña que Puebla no puede volver al pasado con el PRI. “Comparen cómo estábamos hace seis años y verán la diferencia”.

alpor02ago-1La maqueta de la ciudad de Puebla con puentes, concreto hidráulico, la rueda de la fortuna, el CIS, el estadio Cuauhtémoc, el Centro Metropolitano y el Museo Internacional Barroco son los ejemplos de lo que mira Moreno Valle en Tony Gali para seguir transformando al estado.

Pero a los ojos de los priistas y la cada vez más larga lista de adversarios en todos los niveles, la continuidad sigue para las Foto Multas, el monopolio de la verificación, la aprehensión de activistas sociales, la vigencia de la Ley Bala, desmantelamiento del PAN, las obras catalogadas de oropel como La Estrella de Puebla, los PP´s y, sobre todo, la concesión del agua potable.

Buena parte de los proyectos generan el rechazo social, porque los poblanos tenemos que pagar su costo nos parezca o no.

Por eso, la respuesta ha sido muy clara en las urnas, donde se le dio la espalda al proyecto morenovallista.

¿Se mantendrá Gali en su postura de ser el heredero de Moreno Valle? ¿Cómo transformará el hoy alcalde las fobias del actual gobernador en filias?

Electoralmente, la continuidad no vende. Es la ruptura lo que cautiva a continuar por la ruta de las transformaciones.

Un ejemplo: Felipe Calderón nunca fue el candidato de Vicente Fox para sucederlo, pero el ciudadano aún creía que había que seguir por el mismo camino del PAN.

El panista Javier Gándara perdió la posibilidad de ganar en Sonora, porque jamás quiso romper con Guillermo Padrés.

La priista Ivonne Álvarez cuando quiso romper con Rodrigo Medina en Nuevo León ya era demasiado tarde.

Pepe Calzada en Querétaro contaminó a Roberto Loya y, en efecto, parecía su reelección. El panista Pancho Domínguez se dio cuenta de ello y terminó por hundirlos.

En Puebla, en 2010, el candidato priista Javier López Zavala reconoce públicamente que su principal error fue que jamás se deslindó de Mario Marín. Hoy se arrepiente de no hacerlo.

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Sin embargo, el tema no es fácil para Gali. Es al final de cuentas hechura del morenovallismo. Él debe buena parte de su posicionamiento político que lo llevó a la alcaldía a los recursos económicos y la operación electoral que le aportó Moreno Valle con su grupo en 2013.

Gali tampoco puede romper con el gobernador en plena conformación del proyecto presidencial 2018. ¿Se imagina lo que dirían sus enemigos: ni su candidato está con él?

Es claro que Tony Gali está atrapado en la continuidad del grupo al que pertenece y la necesidad de marcar su propio estilo que lo lleve a definir un proyecto menos beligerante.

No es fácil. La minigubernatura es de transición para lo que en realidad será la real reelección en Puebla: 2018.

Quizá el único que pueda cambiar el entorno del continuismo para que no parezca reelección sea el propio gobernador con el desmantelamiento de todo aquello que hoy lo enjuicia y señala.

Y el grupo morenovallista deberá entender que lo que no hizo y mucho menos logró con Moreno Valle en Casa Puebla nunca más lo podrá conseguir.

Son momentos únicos.

Haber destapado a Gali no basta.

Se requiere oficio político para maximizar coincidencias y minimizar diferencias de una sociedad que ha demostrado que eso de la continuidad no es otra cosa más que una reelección disfrazada.

Eso de ser El Delfín trae enormes costos en la contienda política.

Y más si el gobernador asume el papel de jefe de la campaña de contraste con el PRI.

Nota bene:

Una duda: ¿Para los morenovallistas, Peña Nieto pertenece al pasado o al futuro?

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