23-11-2024 02:45:01 PM

Ex–gobernadores, un lastre para el tricolor en Puebla

tempestad18

Al contrario, actualmente, la gran mayoría de los ex-gobernadores ganan con las derrotas electorales del Revolucionario Institucional o bien, su sola presencia le resta puntos a sus candidatos.

La excepción podría ser Guillermo Jiménez Morales, quien de no ser por una modesta participación en la Fundación Isidro Fabela durante la campaña presidencial del 2012, vive alejado de la política partidista.

Mariano Piña Olaya —algún día considerado como figura en el PRI—, reza porque el Partido Acción Nacional, el otrora enemigo ideológico, tenga un magnífico desempeño en el proceso electoral del 7 de junio próximo.

Su vástago Juan Pablo, el que hace muy poco lideraba en el país el órgano de formación ideológica del priismo, la Fundación Colosio, compite por el partido de la derecha nacional por la diputación federal en el distrito 3 con cabecera en Teziutlán.

Aunque la capacidad real de operación del ex mandatario es francamente marginal, la fortuna amasada en su paso por la gubernatura poblana y la de sus cómplices y beneficiados en su sexenio, sin duda gozan de cabal salud, lo cual es fundamental para comprar una curul en la próxima cámara baja del Congreso de la Unión.

Manuel Bartlett jura que su viraje ideológico a esa izquierda que en su momento combatió con inusual rabia, no fue por causa del azar, sino por una especie de epifanía que lo obligó a modificar de manera radical su actuar en el invierno de su vida política.

Aunque sus herederos políticos se mantuvieron en las filas de ese “nuevo PRI” que hoy tanto detesta, quien fuera uno de los bastiones importantes de la llamada “dictadura perfecta” apoya moralmente a los candidatos del PT o apadrina a abanderados de MORENA como en el caso de Luis Bravo Navarro.

Melquiades Morales Flores fue el “priista” que más ganó con la penosa expulsión del tricolor de Casa Puebla, después de la elección local del 2010.

Fueron precisamente quienes se formaron políticamente durante su sexenio, quienes lograron que por primera vez gobernara el estado un mandatario emanado de una alianza de partidos diferentes al PRI.

El apoyo de la corriente melquiadista al proyecto de Moreno Valle fue evidente, lo que representó la venganza perfecta al maltrato que recibieron durante el marinismo.

La factura, sobra decirlo, se pagó con creces.

Familiares, yernos, hijos, amigos y demás ocupan hoy cargos importantes y de excelente remuneración en el servicio público poblano.

Su mejor escenario: que el gobernador siga ganando elecciones y se fortalezca su proyecto sucesorio.

Para cuidar las apariencias y no polarizar, Melquiades vive un feliz exilio político en San Luis Potosí, como delegado del CEN del PRI.

Poco antes del inicio formal de las actuales campañas, la cúpula priista poblana le pidió un encarecido favor a Mario Marín Torres: que evitara caer en la tentación de intentar colar a alguno de sus incondicionales a alguna candidatura y que ni por equivocación se le ocurriera acudir a un acto público del partido o de campaña de alguno de los abanderados.

Según ellos, tienen perfectamente medido el impacto que tiene en imagen el que se liguen el nombre y la imagen del ex-gobernador con la oferta electoral del tricolor.

Los números reflejan, con toda contundencia, que Mario Marín sigue siendo el villano favorito de la política nacional.

“Impresentable”, fue la conclusión.

En este contexto, lo que hizo el último mandatario priista fue enviar a sus alfiles a partidos como Nueva Alianza y Movimiento Ciudadano, candidatos a quienes en lo oscurito aconseja y asesora.

Como puede ver, a menos de cinco años de haber perdido el gobierno del estado, el PRI poblano sigue sacudido en su estructura y desmembrado en lo que se refiere a sus principales liderazgos.

El proyecto de eliminar al partido como potencial amenaza electoral, que se ideó y operó desde la oficina principal de Casa Puebla, es hasta el momento un éxito rotundo.

Ni duda cabe.

abajovale

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