23-11-2024 12:56:56 PM

Mezquindad universitaria

tempestad09

Versiones de testigos aseguran que porros mandados por los “operadores” del rector apoyaron a los policías estatales y municipales en la dispersión de integrantes de organizaciones como Colectivo Universitario por la Educación Popular, YoSoy132, Liga Estudiantil Democrática, Frente Estudiantil por una Educación para Todos, que llevaban a cabo una huelga de hambre precisamente contra quien dirige los destinos de la máxima casa de estudios del estado.

Penoso.

Se trata, sobra decirlo, de un capítulo más de la vergonzosa sumisión universitaria ante los dictados del poder político.

Nada más ajeno a su historia.

Lejos de ser contrapeso, hoy la Universidad de Puebla —ya no benemérita y mucho menos autónoma—, es comparsa de un grupo que actualmente gobierna el estado ensayando la teoría del control total y con quienes los más altos jerarcas de la BUAP han sellado un asqueroso pacto de impunidad.

Porque al final, este es el punto medular que explica la vergonzosa relación que existe entre la universidad y el gobierno estatal.

Impunidad no solo para el rector Alfonso Esparza, sino para el grupo que representa, en el que se formó, al que le debe todo lo que es, con el que sigue teniendo ligas comprobadas y del que en público trata obsesivamente de deslindarse.

Sin embargo, lo anterior no significa que Esparza esté en el ánimo del gobernador ni que su futuro en la BUAP se consolide caminando de la mano con su grupo.

Al contrario.

Para el morenovallismo, el actual rector es simplemente otra pieza prescindible en el tablero de la conveniencia coyuntural.

Nada más.

Hoy se le usa para mantener ciertos niveles de paz y tranquilidad en una institución que es factor importante en la gobernabilidad del estado, pero en el momento en que deje de ser útil a los intereses del ejecutivo, será desechado de manera fulminante.

Espejos sobran.

Desde Eduardo Rivera hasta Víctor Cánovas, pasando por Fernando Manzanilla.

Todos sirvieron institucionalmente a Moreno Valle desde diferentes trincheras y en el momento en el que -intencionalmente o no- se convirtieron en un obstáculo, fueron defenestrados del paraíso político poblano.

Otra vez la máxima: “úsese y tírese”.

No tendría por qué ser diferente con Esparza.

Mucho menos con las ligas que el rector tiene con personajes que han sido tachados como “enemigos del sistema”.

En pasado y en presente.

A pesar de la limpia de “indeseables” ordenada desde Casa Puebla, los exiliados siguen teniendo presencia, influencia e intereses económicos al interior de la BUAP.

Muchos de estos acuerdos siguen vigentes y gozan de cabal salud.

El nivel de complicidad es tal que no hay manera de borrarlos de golpe y porrazo.

Por si fuera poco, en estos años del morenovallismo el gobernador nos ha enseñado que los acuerdos a los que llega con sus enemigos son de muy corto plazo y que sus proyectos prioritarios a futuro los teje invariablemente con sus incondicionales.

Y Alfonso Esparza no ha sido, no es, ni jamás será uno de ellos.

En el escenario político futuro, ese en el que Moreno Valle asegura tener muy clara su línea sucesoria para las próximas tres administraciones estatales, no tiene cabida el tibio rector.

La estrategia contempla el apoderamiento gradual pero total de la universidad y se operará a través de la infiltración sistemática de personajes de confiabilidad y fidelidad comprobada al grupo gobernante.

Para tomar el control absoluto de la BUAP y que el radical cambio sea bien visto por la comunidad universitaria, será necesario implementar el inevitable corte de cabezas y la posterior persecución de los actuales jerarcas.

En ese escenario, temas como el manejo de las finanzas y el asesinato del ex rector Malpica —hoy auténticos tabúes en la agenda universitaria— van recobrar súbita importancia y serán materia prima para los inevitables procesos penales.

Vaya paradoja: los “pecados” por los que el grupo de Esparza se ha entregado sumisamente al ejecutivo, serán utilizados con precisión quirúrgica en su contra cuando así convenga.

Y no falta mucho.

latempestad

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