Faltan menos de 24 meses para tener nuevo minigobernador y 4 para la gubernatura de seis años y todo apunta a que Moreno Valle quemará sus naves, otra vez, por Tony Gali Fayad, actual —aunque parezca que no tenemos— presidente municipal de Puebla.
En el PRI, como cada proceso electoral, ya levantaron la mano los mismos de siempre: Javier López Zavala, Enrique Doger y Blanca Alcalá.
¿Quién de ellos podría derrotar a Gali y su mentor?
López Zavala ya mostró su verdadero tamaño político en el Congreso. ¿Alguien sabe qué ha hecho por Puebla? El ex marinista logró el 41.69% de los sufragios en la elección de 2010. Durante la campaña, las colas de personas para saludarlo en restaurantes y eventos eran interminables.
Cientos de priistas que hoy lo tienen olvidado, se formaban para poder tocar al “próximo góber”. El ex secretario de Desarrollo Social ya se veía en Casa Puebla. Caminaba, reía, dictaba las 8 columnas del diario más vendido de la entidad, sonreía, pero no parecía gobernador.
Imposible que Javier López Zavala gane en un segundo intento.
Enrique Doger oooootra vez ya se apuntó para “la grande”. El ex rector de la BUAP insiste en que él puede derrotar al priista y morenovallista que le pongan. El problema del hoy diputado es que tiene decenas de enemigos en su partido y en el gobierno.
Su obra más emblemática, el Puente 475, es una verdadera porquería. La fila de coches para poder transitar la vialidad es interminable y a horas pico, las mentadas de madre suenan más que los claxons de los autos. Además, los electores ven a su grupo como una mafia que desde la BUAP se ha enriquecido de forma descarada.
Tampoco le alcanza a Enrique para ganarle al candidato de Moreno Valle.
Una realidad distinta enfrenta Blanca Alcalá. La ex presidenta municipal obtuvo 867 mil 929 votos en la última elección. En la capital, Blanca está mal evaluada, pero logró más sufragios que López Obrador —que derrotó en Puebla a Peña Nieto— en todo el estado. Le ganó, por cierto, al infumable —aunque buen tuitero— Javier Lozano Alarcón.
Las reuniones con grupos priistas son semanales. Nadie está fuera de su proyecto, les asegura y promete como prometen los políticos: mientras llegan a la silla.
Se dice que el gobernador quería enfrentar a cualquier marinista en 2010, menos a Alcalá Ruiz. Era a la única priista que, en tema de votos, el candidato de Compromiso por Puebla respetaba.
Hoy, la realidad no es muy diferente.
Además, Alcalá no le teme al Góber Bala como sí lo hacen los priistas poblanos. Lo respeta, pero no se hinca por unos pesos y eso lo saben morenovallistas y peñistas. En columnas, la han apuntado para la alcaldía nuevamente. No tendría, como Zavala o Doger, alguna posibilidad de ganar.
Si el PRI quiere regresar a Casa Puebla tiene que apostar por un perfil que pueda garantizar, si no el triunfo, una batalla pareja.
Con la misión imposible de ir a la contienda de votos con el priismo unido, Blanca podría ser, otra vez, la primera gobernadora de la entidad.