“Cualquier otro ojete, antes que El Peje“, parece ser la consigna que llevaría a ubicar al gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, como una carta externa al PRI para el 2018.
El hartazgo social por la confirmación de la tristísima forma en la que asesinaron a los 43 normalistas de Ayotzinapa, puso al gobierno de Peña Nieto en el peor nivel de aceptación social con el riesgo de brotes de violencia y, por ende, perfilar la caída del presidente.
Las encuestas que se revisan al más alto nivel arrojan que la figura de Andrés Manuel López Obrador crece inversamente proporcional al desplome de los priistas.
Recomponer la imagen presidencial es una prioridad, de ahí que el Centro de Investigación de Seguridad Nacional, Gobernación federal y la Procuraduría General de la República empezaron labores de inteligencia en Puebla para desactivar a los enemigos de Moreno Valle.
“Si fue útil en la coyuntura de las reformas constitucionales, ahora puede contribuir a la recuperación de la imagen presidencial”, analizan en la federación.
Se ha escuchado la afirmación que si no revienta Chalchihuapan, nadie hubiera detenido hoy a Moreno Valle rumbo a Los Pinos.
El país vive una crisis de derechos humanos, la forma cruel en la que se mata a jóvenes o en el caso de Puebla a un menor tiene a México en el más alto nivel de crispación social.
Por eso, desde Los Pinos se pretende fortalecer la imagen presidencial, pero lanzándose a los brazos de los gobernadores para hacer los amarres políticos necesarios, generar escenarios óptimos para la atracción de la inversión y, sobre todo, calmar las aguas de la turbulencia social.
Sí, pensamos igual usted y yo, cómo carajo se acerca Peña a Moreno Valle para resolver sus problemas si en Puebla se registra un asfixiante autoritarismo y se criminaliza a la disidencia.
El problema para Los Pinos es que son pocos los gobernantes de mano dura con alto nivel de eficacia en la realización de proyectos de obra.
Pero quizá lo más importante es que en el escenario actual, la figura de López Obrador crece como la espuma.
De las figuras cercanas al presidente Peña, Luis Videgaray está atrapado en la peor crisis económica gracias a su reforma fiscal; Miguel Ángel Osorio Chong, rebasado por la realidad social; Manlio Fabio Beltrones es considerado un peligro para el peñismo.
Del lado de los gobernadores, Eruviel Ávila, del Estado de México, rehén del crimen organizado; Miguel Mancera del DF, infartado; Manuel Velasco de Chiapas, enamorado de su inversión televisiva; y los restantes mandatarios capoteando la mediocridad.
En Los Pinos se sabe que la única crisis de gobierno que ha tenido Moreno Valle es Chalchihuapan, por lo que podría ser pieza clave para reforzar la imagen presidencial, además de que cada vez son más las coincidencias financieras con el grupo Atlacomulco.
A nadie del equipo peñista le gustó la idea, pero es lo que más convendría al presidente con el riesgo de elevarlo en la búsqueda del 2018.
Falta mucho camino por recorrer, pero hoy en el gobierno federal se empezó a desactivar a enemigos del gobernador poblano.
Los Rafaliebers dirán que junto a Peña se verá más guapo, más inteligente y más omnipotente, pero los Rafafóbicos se van a infartar y los priistas a aguantar. ¿Qué pedirá el #GóberBala, además de dinero federal, a Peña Nieto?
Lo que sí está claro es que Moreno Valle queda a la vista de todos como una carta viable para evitar que el PRI siga en Los Pinos, por lo que su lista de enemigos crecerá sustancialmente.
En el PAN, Gustavo Madero intentará reventarlo desde dentro del partido; López Obrador le pondrá especial atención con sus amigos espías de Cuba: y en el PRI, la familia revolucionaria le aventará el aparato de la guerra sucia.
A eso me refiero con el juego perverso de Peña. Lo suma para controlarlo y reventarlo políticamente o, en efecto, ya le dio miedo El Peje.
Los morenovallistas tendrán que andarse con cuidado, pues son vigilados para saber hasta dónde es posible pactar más allá del 2015.
Hace 25 años
