Villarreal tenía derecho de picaporte en Casa Puebla, acceso directo a las comunicaciones de Moreno Valle, operaba entre diputados el presupuesto federal anual para la entidad y se encargaba de temas de interés partidista para el mandatario.
El gobernador creía que su alianza era incondicional y eterna, pero no, sólo fue de negocios y coyuntural.
El mandatario le dispensaba trato, salvaguardó sus intereses en apertura de casinos que lo enfrentó varias veces con el entonces alcalde de Puebla, Eduardo Rivera, con el caso de la casa de apuestas Yak.
Las constructoras que recomendó para la realización de obras en Puebla se le respetaron con el respectivo “moche”.
Lo llevó en 2012 a convertirse en el operador político de la campaña presidencial de Josefina Vázquez Mota en Puebla. Lo había traído a su campaña en el 2010 como delegado del CEN del PAN para los comicios locales que lo llevaron a la gubernatura.
En su fiesta de cumpleaños, en noviembre del 2012, Moreno Valle llegó al rancho de Villarreal en San Miguel Allende, Guanajuato, a bordo de un Learjet desde donde descendió para subirse a su helicóptero Agusta que ya lo esperaba para trasladarlo al lugar del festejo. Ahí, bajó para tomar el asiento de atrás de su suburban negra, escoltada, a fin de atravesar de la calle a la puerta principal del lugar y fundirse en un fuerte abrazo, “bro”.
Ese era el trato y el respaldo que incluso en un enfrentamiento entre panistas y morenovallistas, el entonces líder del PAN, Juan Carlos Mondragón, le reclamó a Villarreal, ¿qué haces siempre en Casa Puebla?
Cuando estalló el escándalo de los “moches” que implicaban directamente a Villarreal, el gobernador de Puebla promovió un desplegado con alcaldes en funciones y electos para respaldar a Luis Alberto.
Pero… el hilo, como le decía al principio de esta columna, siempre se rompe por lo más delgado.
Villarreal se abrió y tras la reelección asumió la jefatura de la burbuja de Gustavo Madero en el CEN del PAN, junto con Jorge Iván Villalobos, Alejandro Zapata Perogordo, José Alfredo Labastida Cuadra, Martín Othón Zayas y Martín López Cisneros. Sí, los mismos que aparecen en el video bailando con escorts.
Con el estallamiento del conflicto en Chalchihuapan, Moreno Valle buscó cobijo en el grupo panista que respaldó en la reelección maderista.
En lugar de un claro respaldo al mandatario poblano, quien pedía sumarse al peritaje de la Procuraduría General de Justicia, recibió un tibio “apoyo” hasta que concluyan las indagatorias de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Lo peor es que además del vacío del CEN maderista, a su ex operador de medios y actual vocero del partido, Marcelo García Almaguer, le advirtieron que si quería defender a su ex jefe Moreno Valle se regresara mejor a Puebla, pues en el blanquiazul arrancaría una campaña a favor del salario digno.
Más grave: a Villarreal le valió un reverendo cacahuate que la fracción priista con Manlio Fabio Beltrones emitiera un punto de acuerdo y pasara a comisiones, donde se califica a la gestión morenovallista de violadora permanente de los derechos humanos. Ningún panista en el Congreso federal salió a defenderlo, ni los poblanos. Sí, de risa.
Igual en el Senado, se aplicó entre los maderistas la máxima de dejar pasar, dejar hacer: “para que aprenda a ser humilde”, se escuchó en cierta conversación grabada.
Ellos creían que ante el escándalo que enfrentaba Moreno Valle, las posibilidades internas de Gustavo Madero para el 2018 crecían. Entre más se prolongue el tema poblano será mejor para la causa maderista, frente al desgaste político que llevaría el mandatario.
Y en medio de esta batalla de deslealtades, vacíos, burlas y hasta complicidades de maderistas con el #GóberBala, aparece el video que le pega en toda la moralidad al PAN con diputados maderistas mostrando sus miserias.
Moreno Valle no se ha pronunciado sobre la crisis del partido.
Menos ha defendido al impresentable Villarreal.
También los deja morir solos.
Ésta es la real lucha por el poder en el PAN.
