El alcalde, junto con constructoras y empresas de amigos e hijos, compra las facturas a una firma con sede en la Ciudad de México, en la que forman parte, entre otros:
Un funcionario de Peña Nieto.
Un operador de Mario Marín.
Un empresario ligado al equipo de futbol de la BUAP.
Y el propio edil.
La mayoría se relacionó desde el SAT y los otros se fueron incorporando para crear esta red que ha sido detectada por las autoridades hacendarias.
El hilo de la madeja se jaló cuando se revisó una cuenta bancaria y se descubrió que se había realizado una transferencia financiera para la compra-venta de facturas apócrifas.
Las autoridades hacendarias siguen con las indagatorias, pero está claro que Puebla se presenta como un centro de lavado de dinero.
No es fortuito, por eso, que se realicen compras al cash de terrenos, casas o departamentos en La Vista y Lomas de Angelópolis.
Además de que se abran en cada esquina nuevas estaciones de servicio de gasolina y Puebla sea el primer lugar nacional en venta de automóviles de lujo.
Nuevos restaurantes, bares y antros de familiares y prestanombres de políticos están en la ruta de las autoridades federales.
El dinero de la corrupción pública.
Que se preparen los poblanos para el escándalo.
Lo mejor está por venir.
