Ha sido utilizado su proyecto de outsourcing para favorecer a empresas de seguridad, ligadas al rector de la BUAP: su cuñado Manuel Castañeda y su hijo Adad Esparza, y así trastocar la vida interna en la institución.
Y si no que le pregunten al secretario general de la BUAP, René Valdiviezo.
Después de una reunión privada que sostuvo con quienes manejaron durante décadas la seguridad interna de la BUAP, el académico terminó en el hospital con el diagnóstico de pre infarto.
Uno de los asistentes, muy molesto porque sus privilegios han sido arrebatados por los intereses de Esparza Ortiz, le mostró un arma de fuego que tenía en el cinturón. Dicha pistola jamás fue detectada por los férreos controles de revisión de la DASU. Lamentable.
Valdiviezo aguantó toda la reunión, plagada de amenazas y advertencias. Cuando terminó el encuentro se fue directo al nosocomio. Los Zárate ya avisaron.
Si bien era necesario remover intereses anquilosados de mafias que se engendraron en rectorados pasados, lo que provoca malestar es que Esparza favorece a los suyos sin el menor empacho.
Susana Hernández, con sólo cinco años de servicio en la BUAP, se mueve ya en todos los niveles de la institución.
“Es mi sobrina”, responde el rector para justificar su presencia.
Lo cierto es que su relación empezó hace algunos años, a raíz de una fiesta romana, convocada por el entonces rector Enrique Agüera, y a la que acudieron, entre otros, su tesorero Alfonso Esparza y el contralor Óscar Gilbón.
En esa fiesta se formalizaron los lazos entre las estudiantes y empleadas de la institución con sus jefes que fueron integradas al árbol genealógico de la BUAP, pues se volvieron sobrinas, primas y tías para aprovechar el presupuesto universitario. Se hermanaron todos, pues.
Susana Hernández es quien maneja hoy la poderosa dirección universitaria y exclusivamente le reporta a su “tío Poncho”.
Aunque esta misteriosa mujer aparece poco, menos se deja fotografiar, circulan algunas imágenes donde salen ella y su tío en aquellas fiestas, pagadas con dinero público de la BUAP.
Mientras tanto, basta darse una vuelta por Ciudad Universitaria para comprobar la pésima coordinación que existe por las estrategias de la DASU.
Los nuevos elementos de seguridad no saben ni siquiera indicar dónde se encuentras las instalaciones de las facultades y oficinas.
Es el claro ejemplo del uso del dinero público para familiares y novias.
Alfonso Esparza tendría que renunciar.
Su imagen ya no corresponde a una institución de la talla de la BUAP.
Nada personal.