Los delegados representan en los estados los intereses de Enrique Peña Nieto, no de los gobernadores.
Sé que muchos acuerdan con los mandatarios y ceden la agenda de las obras a ellos. Eso ya no será posible. Quien no entienda los nuevos tiempos de la República se tendrá que ir.
Las palabras del secretario de Gobernación parece que valieron madre en Puebla.
Y es que puro delegado(a) de caricatura tiene el gobierno de Enrique Peña Nieto en Puebla.
La presencia del mandatario federal en la entidad es incolora, inodora e insípida.
Su nivel de calificación entre los poblanos es reprobatoria. Las mediciones lo ubican entre 4 y 5 puntos. ¿Cómo carajo pretende Peña ganar Puebla en 2015, año de la elección intermedia federal de su mandato?
La única opción que tiene para que su partido y él obtengan buenas cuentas en los comicios a diputados federales sería mediante un pacto con el gobernador Rafael Moreno Valle.
El poblano sería el único que podría darle buenas cuentas, toda vez que ni la dirigencia priista y mucho menos las delegaciones federales sirven para algo.
La cruzada contra el hambre en Puebla no permea, las reformas estructurales, sobre todo la fiscal, golpean directamente el bolsillo de los poblanos.
Las delegaciones, a un año de la contienda electoral por las diputaciones federales, son una vergüenza, reflejo de la mediocridad del presidente de la República.
Los programas federales resultan inexistentes, los titulares salieron inexpertos, predomina la burocracia panista de 12 años y, lo peor, el recurso federal no se cansa de presumirlo el gobierno de Moreno Valle, porque el de Peña, nada más nada.
Los delegados en Puebla tienen un jefe y se llama Rafael Moreno Valle. El gobernador impone la agenda de las obras, define tiempos y formas del manejo de los fondos y en primeras o últimas piedras termina siendo él más que el propio Peña Nieto.
Si no pueden con el enemigo, súmense, ¿o no Peña Nieto y Osorio Chong?
