La mayoría de ellos tienen que recorrer diariamente enormes distancias para llegar a su lugar de trabajo, ya que mantienen su residencia en la ciudad.
El tiempo que destinan para hacerlo, en algunos casos, alcanza las 4 horas, incluyendo larguísimos tramos que tienen que sortear a pie, por la difícil accesibilidad de las comunidades en donde laboran.
Desplazarse hasta estos lugares todos los días, implica para ellos un gasto importante que han ido cubriendo echando mano de sus modestos ahorros o bien pidiendo préstamos a familiares y amigos.
Las promesas hechas por las autoridades educativas como herramienta de convencimiento a estos trabajadores de la educación para sumarse al programa no se han cumplido.
Entre ellas estaba la de una mejora económica y el otorgamiento de la tan ansiada plaza.
Hasta el momento, ni una, ni la otra.
Los retrasos en el pago de salarios los tiene en una situación de auténtica emergencia económica.
A pesar de esto, no han faltado un solo día a laborar.
Lo curioso del caso es que no han sido atendidos por la representación sindical.
Ni el SNTE ni la llamada “disidencia magisterial” se han interesado en apoyarlos.
Sin embargo, lo verdaderamente extraño del caso es el misterio del dinero.
¿Dónde está?
Se supone que es una partida aprobada y considerada ya de antemano en el presupuesto de la secretaría.
¿Qué tendrán que decir a esto Manuel Suárez Ríos, Director General de Planeación y Programación Presupuestales?
¿O Ramiro Quintero Rosales, Director de Programación y Presupuesto?
Ambos saben que el dinero para el presupuesto de las claves del programa de bachilleratos digitales fue autorizado y protocolizado pero jamás llegó a los bolsillos de los maestros.
¿Y qué me dice del Secretario Jorge Benito?
Tiene conocimiento absoluto de lo que sucede y no ha querido tomar cartas en el asunto.
Tal parece que desde su lujosa residencia en La Vista Country Club, este tipo de problemas “mundanos” se ven lejanos, muy lejanos.
Qué lejos también parece hoy aquel 1 de marzo de 2012, cuando el entonces titular de la SEP, Luis Maldonado, anunciaba con bombo y platillo este programa que en el discurso era considerado como prioritario para la tan cacareada y nada tangible “revolución educativa” poblana y que en los hechos se ha convertido en otro enorme signo de interrogación en términos de la transparencia y honestidad con la que se manejan los recursos del erario en esta dependencia.
