“La única forma de protección política es apostar por el cambio. La otra ruta ya la experimentaste y siempre obtuviste el mismo resultado: incumplimiento y ataques”.
Rivera salió y se apostó públicamente por Madero.
Se dio un balazo, fue el comentario, tras conocer por la vía de Twitter de su decisión.
Un aspirante menos para la gubernatura en el 2018.
Y es que su principal activo a lo largo de tres años de enfrentamiento con el morenovallismo fue su humildad y dignidad, ambas quedaron hechas añicos en la antesala de la oficina de Madero.
Pierde de vista que la elección del 18 de mayo en el PAN es un auténtico referéndum, donde la apuesta es la unidad y el cambio frente a la cerrazón y desprestigio.
Se olvida que el gobernador confunde en el PAN la palabra lealtad con temor.
Los reactivos antimaderistas van en aumento, mientras enfrente cada vez se cohesiona más el grupo que trazó ya el cambio como parte de una idea sólida de rescatar al PAN de las manos de quienes han robado la identidad y valores blanquiazules.
La clave está en la disciplina del discurso consistente, la operación de estructuras y la organización de propósitos. Maximizar coincidencias y minimizar diferencias.
Ahora se explica que tras el último encuentro con la militancia de San Luis Potosí, CorderOliva van juntos para capitalizar fortalezas.
Sí existe un rechazo militante a la reelección por lo que representa Madero. Aquí se explica que aún con la campaña mediática se tiene que recurrir a figuras como Rivera para sumar a quienes no quieren hacerlo.
El problema, Eduardo, es que tampoco te va a cumplir Madero, pues él tiene un jefe que se llama Moreno Valle, para quien resultas intransitable en su proyecto de maximato.
Cuando el candidato es malo, es muy difícil ganar, aún con todo el dinero que se le invierta.
Si se queda Madero estaríamos en el escenario de una fractura con el nacimiento de otro PAN.
Al tiempo.