-No, vamos a la mía-, responde el otro.
Y así la pasaron hasta llegar a la casa y uno de ellos dijo:
-Sí, Ésta es mi casa-
-No, Ésta es mi casa-
Uno de ellos dice:
-Bueno, toquemos a la puerta y al que reconozcan es el de la casa-
Tocan la puerta y sale una señora y dice:
-¡Qué lindo, padre e hijo borrachos!-