Uno encabezado por Fernando Jara en Puebla; y el otro por José Agustín Ortíz Pinchetti, vía César Cravioto, desde Tlaxcala.
Otros que intentaron llevar agua a su molino fueron Manuel Bartlett; Mario Bracamontes y hasta Jesús Encinas, pero carecieron de toda capacidad de operación.
Jara, quien goza de toda la confianza del grupo pejista, en particular de Martí Batres, logró desactivar las intentonas de injerencia y los bloqueos del gobierno federal, a través de la Secretaría de Gobernación.
Y es que Ortíz Pinchetti buscaba garantizar la presencia de poblanos en el registro de Morena. Para ello, recurrió a aliados cercanos a Enrique Agüera, quien supuestamente pretende posiciones en Morena como oposición para negociar con el PRI.
El sábado se programó una reunión (Agüera-Pinchetti) que por lo visto no se concretó. El vínculo entre ambos es Rafael Torres Rocha, quien se presume había entregado apoyos por 5 millones de pesos para que los grupos de Morena se sumaran a la campaña por tierra del candidato del PRI a la alcaldía.
El recurso nunca llegó. Ahora se pretendió abrir espacios al agüerismo dentro del nuevo partido Morena, pero al final se quedó en un simple intento. Todavía no se olvida la forma en la que Pinchetti dejó perder la plaza en el 2012 en el tema de los candidatos a diputados federales.
Al final de cuentas, Jara se enfocó a la movilización y López Obrador hizo su parte.
El resultado fue que se rebasaron las expectativas en 30 por ciento en los registros y Morena logró posicionarse ya en Puebla, estado que al menos a AMLO lo puso como el ganador de la contienda presidencial en el 2012.
Otro que pretendió meter mano fue Manuel Bartlett, por la vía del froquista René Sánchez Juárez.
Aunque se dio un paso muy importante en el registro de Morena, lo cierto es que los grupos ajenos y propios buscarán influir con recursos para quedarse con el nuevo partido.
Los operadores de AMLO tienen que ponerse las pilas.
@AleMondras
