1.- Inteligencia.
Este término, que mañosamente se confunde con espionaje, se ha vuelto una necesidad imperante en la lucha contra el crimen y al que no se le da en los hechos la importancia que realmente tiene.
Conocer a fondo procedimientos y estrategias de obtención de información que lleve a la captura de delincuentes y a la prevención de delitos es fundamental en el diseño de cualquier estrategia que pretenda dar resultados en la materia.
No solo se trata de contar con tecnología de punta, sino saber aprovechar su potencial al 100% y evitar caer en la tentación de utilizarla para fines personales.
Este es uno de los pies de los que más han cojeado los supuestos expertos que en su momento han tenido la complicadísima labor de cuidar la seguridad de los habitantes de la capital y se nota que han sido superados, por mucho, por una delincuencia más organizada, mejor armada y que ha sabido aprovechar de manera más eficiente los recursos a su alcance.
2.- Autonomía.
Este será uno de los puntos más sensibles a considerar en el nombramiento.
Y es que, con la enorme cercanía que existe entre el gobernador Moreno Valle y el próximo alcalde, no será difícil que algunos entiendan el cargo como un simple apéndice de la Secretaría de Seguridad Pública estatal, con los riesgos que esto implica.
Es evidente que para que haya resultados concretos en el tema de seguridad es necesario llevar a cabo una estrategia integral que involucre a ambos niveles de gobierno, pero siempre respetando el ámbito de competencia de cada uno de ellos.
La intromisión, además de la herencia de vicios y compromisos son peligrosos ingredientes de la receta para el desastre.
La historia ha sido implacable a la hora de mostrarnos lo anterior.
Quien llegue tendrá que contar con la libertad absoluta de nombrar a su equipo cercano de trabajo y a la mayoría de sus colaboradores.
3.- Poblanidad.
Este punto, que pareciera ser producto del chovinismo más chabacano, es en los hechos el más importante.
Vaya que han resultado fallidos los experimentos de “importación” de foráneos en el área de seguridad pública.
Personajes con un desconocimiento absoluto de la realidad poblana en materia de seguridad pública se han insertado como cáncer maligno en los cargos más importantes, han impuesto a su equipo -igualmente ignorante de la situación local- con resultados desastrosos.
Ahí están los casos recientes de Andrés Vicente Ruiz Celio y Amadeo Lara Terrón como lamentables botones de muestra.
Y es que, la curva de “aprendizaje” ha demostrado ser un lastre en administraciones tan cortas como las municipales.
Empaparse de la realidad particular en materia de delincuencia de la capital ha sido una labor titánica que entorpece el trabajo efectivo de los cuerpos de seguridad.
Vamos, hasta conocer geográficamente la ciudad ha resultado en los hechos un gran obstáculo para los foráneos.
Y la duda mata: ¿qué de plano en Puebla no hay tela de donde cortar?
¿No hay especialistas en la materia que de entrada conozcan el terreno que están pisando y manejen al pie de la letra el mapa delincuencial de la ciudad?
Me cuesta trabajo creer que no.
Tal vez las filias y las fobias han pesado más que su capacidad y conocimiento.
El tema no es menor: se trata de una de las decisiones más importantes que tenga que tomar Gali.
El fantasma del crimen organizado y sus letales efectos ronda constantemente la ciudad capital y amenaza con seguir dañando el cada vez más endeble tejido social.
El riesgo, créame, es monumental.
latempestad@statuspuebla.com.mx
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