La política en sí es un gran teatro guiñol y, todos nosotros, los ciudadanos sin afiliación partidista (también muchos estólidos que idolatran sus colores), las marionetas que bailan, cantan y actúan al compás que el titiritero va marcando.
¿Alguno de ustedes se traga la idea de que los que han adquirido un cargo público lo hicieron por un sincero y ferviente deseo de servicio, trabajo y compromiso a favor de la ciudadanía? La verdad, a mí, al igual que a millones en este país, me cuesta mucho trabajo hacerlo.
No quiero generalizar y satanizar a todos, quizá alguno tenga, por lo menos, un genuino interés de hacer bien las cosas y generar algún beneficio real a quienes habitamos este país, pero tomado en cuenta la percepción general como punto de referencia, hasta ahorita, ninguno se salva.
Y es que no se necesita ser un politólogo profesional ni mucho menos un vidente, sólo es necesario un mínimo de cacumen para darse uno cuenta que el poder, el dinero y el sin número de canonjías que representa el control absoluto de ambos, son la verdadera manzana de oro en disputa.
Se aproxima rápidamente el momento en el que tenemos que decidir nuevamente sobre a quiénes vamos a contratar para puestos muy importantes en el derrotero de nuestro estado, por lo mismo, todos los Partidos Políticos no sólo velan sus armas, sino que ya comenzaron a movilizar sus estratégicos equipos de avanzada.
Tenemos que estar alertas, pues en política nada es casualidad, ni siquiera una marcha, un movimiento, una declaración, menos cuando los tiempos electorales se están cumpliendo. No basta con ver, hay que observar, interpretar, asimilar y comprender. La primera vez que vi unos de esos cuadros en tercera dimensión, que tan de moda se pusieron hace unos años, por mucho tiempo solamente pude ver un montonal de puntitos azules. Necesité me explicaran, varias veces, la técnica correcta de hacer el bizco frente a esos puntitos para que a la de mil, de manera “mágica”, de entre esos puntitos apareciera la nítida imagen de un surfista atravesando una ola. Después de esa vez, sin ningún problema o esfuerzo, pude ver perfectamente las imágenes que se ocultaban entre tanto puntito.
Así puede pasarnos ahorita con las campañas (que ya iniciaron de manera no oficial), ya que, en apariencia, sólo llenan nuestro marco de puntitos que no entendemos y a los que ni forma le vemos, pero si nos esforzamos un poco más, podemos ver la verdadera intención de éstas.
A primera vista se ve lo que se quiere aparentar, no lo que en realidad se quiere conseguir. Ya dependerá de cada uno de nosotros si queremos aprender a ver, o si preferimos quedarnos con lo que nos quieren enjaretar.
El engaño en sí es reprochable, pero en política, al igual que en la guerra, quien vence con un engaño tiene el mismo o más mérito que quien lo hace a través de la fuerza.
Este sistema que hemos creado, aceptado, alimentado y mantenido, es el gran titiritero que mueve los hilos que nos hemos dejado imponer. Todos formamos parte de un show del cual ni siquiera leímos el guión y, por estar en pleno escenario, no logramos vislumbrar en su correcta dimensión.
Necesitaríamos estar tras bastidores o ver todo desde una distancia alejada y objetiva.
Con los hilos bien puestos, como los tenemos, la única esperanza que tenemos de una ligera libertad de acción es la de descifrar, a tiempo, lo que el titiritero tiene en mente para nosotros…
¿Ustedes qué creen que sea?
José María Pumarino: Escritor, caricaturistas y empresario. Ceo/SeniorPartner de Bushido.mx
