Ante la falta de límites y una sociedad caracterizada por la violencia permanente y cotidiana que hemos interiorizado y no somos capaces de reconocer, los estudiantes de secundaria establecen relaciones de dominio y sumisión en los planteles, explicó en conferencia Nelia Tello, investigadora de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Para la creadora del Modelo Comunidad Segura, el problema de violencia al interior de los planteles escolares se agudiza por el clima generalizado de ilegalidad e inseguridad en el país. “Las secundarias públicas localizadas en colonias populares de alto riesgo del Distrito Federal representan los puntos más conflictivos”, aseguró.
Los jóvenes no son agresivos por esta condición, generan violencia porque viven en un mundo desigual que impone el deseo de poseer objetos fuera de nuestro alcance y produce impotencia al no conseguirlos. La agresión en los espacios escolares es recreada a partir del entorno social, detalló la experta, quien ha trabajado por más de una década en este ámbito.
La académica sostuvo que a esto se agregan los conflictos generados por el tráfico de estupefacientes y la proliferación de bandas delictivas en las zonas de alto riesgo. Indicó que es urgente trabajar con los jóvenes que padecen carencias económicas, dificultades de aprendizaje o son poco hábiles para establecer relaciones sociales (entre cinco y seis estudiantes de cada 100 por plantel), que los orillan a la deserción.
Otro problema, agregó, es que al interior de las escuelas los profesores, cuerpo técnico de los planteles y padres de familia manejan la normatividad a partir de amenazas, las cuales, de acuerdo con su experiencia, sólo en una de cada cuatro ocasiones se cumplen.
Tello subrayó que el fenómeno no es aislado pues la generalización de la agresividad en salones se relaciona con la ausencia de autoridades encargadas de establecer límites, y esto provoca que los procesos de enseñanza se dificulten en comunidades permeadas por este ambiente en el que prevalece la falta o aplicación de límites a las conductas y actos juveniles.
Bullying
Para la autora del artículo “La socialización de la violencia en las escuelas secundarias”, en todos los grupos sociales existe un individuo en que recaen burlas, ataques y agresiones, y éste es un fenómeno social que se reproduce en las aulas.
Sin embargo, acotó, al sólo abordarse el acoso entre pares o bullying, la dimensión escolar se minimiza a sólo un problema entre agresor y agredido. Estos casos deben ser tratados por especialistas y no estigmatizar o criminalizar a los jóvenes, recomendó la experta quien consideró que establecer medidas restrictivas, castigos e imponer etiquetas, genera un clima de represión y control que reduce las posibilidades de los centros escolares de consolidarse como espacios para el aprendizaje y la convivencia.
Para la docente universitaria, la falta de programas escolares efectivos de atención y la marginación social en la que viven algunos estudiantes provocan su deserción, ya que “lejos de mantenerlos en las aulas, donde podrían adquirir herramientas y habilidades sociales, se les aleja de los centros educativos”.
Por tanto, Tello consideró indispensable promover la importancia de la formación integral y recuperar la figura central del maestro en el proceso formativo, ante la pérdida de influencia en los jóvenes por parte de docentes y cuerpo técnico de las escuelas secundarias.
“La participación de quienes las integran y de los padres de familia es necesaria para construir comunidades sanas, que promuevan los valores del conocimiento y el esfuerzo”, concluyó.