07-05-2024 08:20:09 AM

Despensas de ayer y hoy

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El hambriento chofer se dirigió a la panadería por cuatro tortas, a su regreso, con mirada de complicidad, le sugirió al copiloto hurgar en las despensas de la batea para sustraer un par de latas de atún.

despensa1Dos horas antes la camioneta blanca estilo pick up aparcó frente a una de las bodegas que se encuentran junto a la autopista Puebla-Veracruz, “cerca de Solidaridad”. A don Félix le encomendaron acompañar al chofer para recoger “algunos obsequios” que más tarde serían repartidos a decenas de mujeres en un mitin de Amozoc.

En aquel año de 2006, Enrique Doger despachaba en la Presidencia Municipal de la capital de Puebla; Mario Marín, titular del Ejecutivo lo hacía desde Casa Aguayo; mientras que una casa de campaña de Roberto Madrazo, entonces candidato del PRI a la presidencia de la República, se instalaba sobre la 11 Oriente. Ahí, don Félix consiguió un empleo temporal, “haciendo de todo”.

Esa tarde la batea quedó hasta el tope de pequeñas y rectangulares cajas de cartón que contenían un litro de aceite, un kilo de frijol y otro de arroz, una lata de sardinas y, claro, una lata de atún.

Después de la tarea cumplida, don Félix partió a casa llevando bajo el brazo una de las despensas. No hubiera imaginado que seis años más tarde una vez más tendría entre sus manos una bolsa con alimentos básicos, pero en esta ocasión regalados en un acto panista.

despensa2Distrito 9

En Loma Bonita, colonia de la Junta Auxiliar de San Jerónimo Caleras,  la gente es de medianos y bajos recursos. En festividades populares, principalmente, aún se pueden apreciar costumbres que rescatan las familias que han vivido ahí por décadas.

En el rudimentario salón social, exprofeso para el convite de quinceañeras y desposados de la zona, el bochorno era intenso por el techo de lámina que lo corona. Cuando Félix llegó de la mano de su esposa, el lugar estaba a más de la mitad de su capacidad y las sillas desocupadas ya escaseaban.

A las cuatro y media de la tarde, al tiempo que uno de los coordinadores de la colonia anunciaba que la candidata llegaría una hora más tarde, la gente continuaba ingresando, en su mayoría mujeres y niños –les dije que sin niños, pero no hacen caso; en un momento repeló aquel coordinador.

Un séquito de mujeres enfundadas con playeras azules y blancas exigían en la entrada, enmarcada por una lona grande con la imagen de la candidata, una especie de boleto que no era requisito para entrar, sino para ser distinguidas con un prendedor en forma de flor.

45 minutos

despensa3Después de una hora y de un improvisado concurso de “a ver, quien sepa la receta para hacer pipián, se llevará 200 pesos”, la espera terminó.

En medio del calor, de porras, de un par de cámaras, media decena de celulares del equipo de campaña en modo de videograbación, y del incesante murmureo de la gente, sobre todo de los niños, las candidatas –una a la diputación federal  y otra suplente al senado -, justificaron su presencia, se halagaron entre ellas y así mismas, y pidieron el voto.

Tras Cuarenta y cinco minutos abandonaron el lugar. Primero la candidata suplente quien salió por la puerta de atrás para evitar la nube de gente. Tres minutos después, la candidata a la diputación salió por donde entró.

A lo que vinimos

“Ayúdenos, fórmense, a todos les va a tocar obsequio”; repetían las bocinas del salón. A solicitud, todas levantaron la mano presumiendo un boleto de color azul con un garabato negro en medio, a fin de justificar su permanencia, pues quienes no lo portaban, ya habían sido desalojados.

La esposa de Félix logró colarse en los primeros sitios de la repartición de bolsas de plástico negras que, de primera impresión, se veían pesadas. Entre tanto afuera del inmueble aguardaban maridos, niños, vecinos, comadres y hasta el algodonero que al ver la cantidad de gente, unas 200 personas, lo consideró una buena oportunidad para plantarse e intentar sacar lo del día.

El saldo

Félix incluyó en su alacena un litro de aceite, dos latas de frijoles, una de sardina, un kilo de arroz, otro de lenteja, uno avena y otro de soya. Además cuatro bolsas de sopa de pasta y 12 sobres de complemento de soya con 250 gramos cada uno.

A buen ojo de ama de casa, la esposa del ahora empleado en una empresa de autopartes, calculó el valor de la despensa en unos 150 pesos, que “después de todo no estuvo tan mal por dos horas de mi tiempo”.

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