-Ernesto Zedillo-dice Rosita.
El profesor, enojado, les revira:
-¡Ay, por Dios!… ¿Qué no hay nadie que se sepa el nombre de un descubridor?-
Miguelito contesta:
-Usted, profesor-.
-¿Por qué yo?-, pregunta el profesor.
-Porque cada vez que usted pregunta algo, descubre que no sabemos nada.-