-¡Llévate todo, por favor toma mi cartera, ay que dolor, pero no aprietes más las pinzas…¡aaay no mames… mis huevooos…mis huevoos…!
En lo que el ladrón agarra la cartera y el dinero afloja las pinzas y se prepara para irse corriendo, pero el asaltado lo detiene y le dice:
-¡Esperate… en el zapato llevo escondidos 5 mil pesos…!
El ladrón, desconcertado, le dice:
-¡Y por qué me dices eso, yo no te iba a revisar el zapato!-.
¡Chingada madre!… es para que te compres una pistola, cabrón… que tus pinzas en los huevos duelen de a madres…!