03-05-2024 09:27:20 AM

Otra cara del “niño pastor”

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A Oswaldo lo persigue un conejo blanco y enorme. El conejo provoca que corra sin parar hacia una colina. Oswaldo tiene 10 años y le teme. Cuando llega a este lugar, ve un artefacto que brilla. Cree que con eso, que parece una piedra gris, puede ahuyentar al gran conejo.

Se aproxima, y cuando intenta abrirlo, el objeto explota. El conejo corre y se salva. Se escucha un estallido. Todo se hace negro. En ese instante, Oswaldo despierta de la pesadilla y grita por Paula, su madre.

statushoy02Paula se despierta. Están en el Hospital Central Militar. Los gritos de Oswaldo se dan invariablemente en la madrugada. Ellos están en un cuarto aparte. Debido a sus graves circunstancias de salud, Oswaldo no “convive” con otros pacientes pediátricos.

Cada noche el mismo sueño. Así lo hace desde el 19 de agosto, día en que ingresó al Hospital Central Militar con una pierna y un brazo ya amputados. La pesadilla es recurrente. El mayor médico cirujano Marco Aurelio Santiago Ávila, psiquiatra de niños y adolescentes del Hospital Central Militar dice que esto no conviene a la estabilidad mental de Oswaldo. Es él quien le ha dado la atención siquiátrica desde el principio. “El sufrimiento y el llanto provocan mucho malestar y debemos evitarlo”, comenta.

“Es fundamental que lo apoyemos con medicamentos que lo ayuden a dormir, y controlar el estrés postraumático originado por las amputaciones en su cuerpo. Además de la quietud a la que debe estar expuesto”. Oswaldo tuvo que permanecer inmóvil en una cama de hospital durante más de tres meses.

Oswaldo, no había podido moverse de su cama desde el 19 de junio, día en que ocurrió el accidente. Lo que hacían médicos y enfermeras, según relata la mayor médico cirujano Noelia Flores Cruz, especialista en Medicina de Rehabilitación, era trasladarlo con todo y cama ambulatoria para que tomara un poco de sol, y viera la bandera de México. “Él pedía ver la bandera del Hospital Central Militar ondeando”.

Ha sido la doctora Flores Cruz quien le enseña a usar su mano izquierda para escribir (la derecha la perdió en la explosión). A esto se le conoce como potencializar las habilidades de su mano izquierda.

Hoy Oswaldo tiene una libreta en la que continuamente anota los nombres de las enfermeras que lo asisten.

Por las mañanas recibe capacitación para que continúe con sus estudios, “aunque este año escolar seguramente lo perderá” señala, a su vez, el doctor Reynaldo de Jesús Michel Aceves, jefe del área de Pediatría del Hospital Central Militar.

“Afortunadamente ninguna de sus partes vitales se vio afectada, tampoco su capacidad intelectual, por lo que podrá continuar con sus estudios”, agrega.

Respeto a sus tiempos

A Oswaldo los médicos no le preguntan qué ocurrió, o de qué manera ocurrió el accidente. Ellos aseguran que deben esperar a que sea él y solo él quien se exprese. “Esto hará parte del reconocimiento del duelo ante la pérdida de sus miembros”, refiere el doctor Marco Aurelio Santiago Ávila. Si acaso lo irá revelando a través de algunas terapias de juego que hemos estando aplicando, así como exámenes sicológicos”.

“A los 11 años, todo niño tiene razonamientos muy básicos, y el mundo lo entiende a través de los padres, de ahí la importancia de atender sicológicamente a los padres de Oswaldo, para que lo ayuden a recuperarse sobre todo anímicamente, y así evitar los síntomas del estrés agudo de la familia en general ante los hechos. Debemos establecer alianzas positivas y propositivas por el bien de Oswaldo”, asegura el médico psiquiatra especialista en niños.

Oswaldo pidió que le trajeran su almohada y una cobija de su casa.

Él desconoce las fechas, los tiempos, e incluso no dimensiona los daños; sin embargo, los adultos saben que era 19 de julio cuando pastoreaba a sus animales, en una zona que también se ocupaba para prácticas de tiro militar.

“Ellos, los que hacían sus prácticas ese día, eran miembros del Ejército adscritos al quinto batallón de infantería de la 35 Zona Militar, que utilizan armas de fuego de grueso calibre hasta granadas para sus prácticas”, refiere su padre, Bernando Zamora Aguilar, en entrevista con EL UNIVERSAL. “Ese día no avisaron que habría practicas”, enfatiza en el cuarto de Oswaldo.

Oswaldo vio un objeto en el suelo. Creyó que se trataba de un perfume y por eso lo abrió para olerlo, y fue cuando la bomba explotó”, dice

Fue el primo del menor quien corrió a buscar a sus familiares, y a los militares para que los auxiliaran. De ahí lo trasladaron al Hospital Rural de Petlalcingo (no había lo necesario para su atención), después al Hospital General de Acatlán de Osorio (la misma historia; las heridas eran muy graves), hasta llegar al Hospital del Niño Poblano. Hasta ese momento Oswaldo ya había perdido casi la totalidad de la sangre de la mitad del cuerpo hacia abajo.

Paula, la madre de Oswaldo, dice en entrevista con este diario que se perdió mucho tiempo en traslados y en la atención para Oswaldo. Ella es una mujer que no entra al mundo de los afectos, cuando menos no manifiesta apego por ninguna otra persona que no sea su hijo Oswaldo. Inclusive con su marido se mantiene a distancia.

Por su parte, la Secretaría de la Defensa Nacional emitió un comunicado, el 21de julio de 2011, sobre los hechos en los que el menor Oswaldo Zamora Soberanes, de Petlalcingo, resultó gravemente lesionado, perdiendo un antebrazo y una extremidad inferior, tras la detonación de un artefacto explosivo, donde asegura que la dependencia “se encuentra realizando las investigaciones pertinentes”.

Agrega que, “sobre los hechos ocurridos el martes pasado en el campo de tiro de la 25 Zona Militar, la Secretaría de la Defensa Nacional señala lamentar la situación del menor y de su familia y asegura:

“Desde el primer momento de los hechos, personal militar brindó los primeros auxilios al menor lesionado y lo trasladó a la instalación médica más cercana”, en Acatlán de Osorio.

Asimismo, la dependencia refiere que “se encuentra realizando las investigaciones pertinentes, a fin de conocer las causas que originaron las lesiones del mencionado menor”; y se proporcionará apoyo a los familiares del lesionado hasta el esclarecimiento de los hechos”, en coordinación con el gobierno del estado.

Mientras tanto, Paula duerme junto a su hijo Oswaldo Zamora Barragán en el Hospital Central Militar desde el 19 de agosto. Es una mujer tímida, que observa mucho y habla poco.

Oswaldo es un niño también callado. Solo sonríe, y mira continuamente a sus padres como si estos fueran los intérpretes de todo lo que va sintiendo.

Paula y Bernardo dicen que a Oswaldo de vez en cuando “le duelen” las extremidades que ya perdió. A esto se le conoce como dolor del miembro fantasma. Siente la amputación de su miembro superior derecho por debajo del codo, y de su pierna derecha por debajo de la rodilla, le han explicado los médicos.

En su cuarto, y a su alrededor hay películas infantiles de todo tipo, la que prefiere es Bob Esponja, y tiene un celular que alguien del Hospital Central Militar le regaló en sus cumpleaños. Cumplió 11 años estando internado mientras los médicos intentaban salvarle la pierna izquierda, “a la que hubo que hacerle varios injertos autólogos (con la misma piel de Oswaldo)”.

“La pierna izquierda se salvó, a pesar de que tuvo una fractura expuesta de tibia y peroné, con pérdida muy importante de tejidos”, refieren los médicos. De modo que fue apenas hace unos días cuando por primera vez Oswaldo pisó tierra, toco piso, e intentó bajarse de la cama.

Hoy ya acude, con apoyo, al Centro de Rehabilitación Infantil de la Secretaría de la Defensa Nacional. “Aquí está recibiendo lo necesario para que se adapten dos prótesis en su brazo y piernas derechos para que Oswaldo pueda integrarse a una vida lo más normal posible”, agrega la mayor médico cirujano Flores Cruz. “Esto solo se pudo lograr cuando el injerto estuvo integrado en su totalidad. Hoy su pierna izquierda está prácticamente fuera de peligro”, dice.

Rehabilitación

Los pacientes amputados se enfrentan a tres fases de rehabilitación: la preprotésica, la protésica y la postprotésica.

En principio Oswaldo recibió múltiples ejercicios respiratorios para mejorar su capacidad aeróbica, y movilizaciones pasivas: (es decir, el médico en rehabilitación lo ayudaba a mover aquellas partes del cuerpo que conservaba).

“El propósito era mantener la actividad de las articulaciones que no estaban afectadas; por ejemplo, la inflexión de hombros. Esto con el fin de que Oswaldo reconociera que continuaba en su cuerpo, y manejando su sistema corporal”.

Posteriormente, en la fase preprotésica, se da la forma adecuada a sus muñones, (para que estos reciban adecuadamente las futuras prótesis, lo cual dependerá en gran medida del tipo de cicatrización del paciente).

“Los muñones deben estar bien redondeados. Para ello, Oswaldo recibe vendajes diariamente. Estos se cambian cada tres horas, pues suelen aflojarse”, explica la mayor Flores de Jesús.

Finalmente, en la etapa protésica (en la cual ya está Oswaldo) se toman las medidas del muñón, el ajuste y las primeras pruebas con la prótesis. “Debemos revisar la funcionalidad de la pierna izquierda. La meta inicial era conservarla, ahora hay que orientar los esfuerzos hacía su funcionamiento”.

A decir de los especialistas, será durante los próximos días cuando se determine el nivel de funcionamiento de la pierna izquierda de Oswaldo. “Su buen carácter, su anhelo de salir adelante, su cooperación, su amplia tolerancia al dolor son factores que coadyuvarán a que Oswaldo se recupere, y que antes de que termine el año esté de regreso en su casa”, concluye el doctor Reynaldo de Jesús Michel Aceves, no sin antes agregar, que a los padres de Oswaldo han sido informados en todo momento sobre la salud de su hijo.

“Explicándoles en forma esquemática (con dibujos y gráficas) cada uno de los procedimientos hacia Oswaldo. Hemos aplicado cartas de consentimiento válidamente informado, y diariamente los padres han firmado de conformidad. Nuestra comunicación con los padres ha sido directa y concreta, como lo es con todo paciente del Hospital Central Militar.

Oswaldo ya no está en peligro de perder la vida, debido a la cooperación de un equipo multidisciplinario de cirujanos pediatras, cirujanos en rehabilitación, paidosiquiatras, tanatólogos, medicina hiperbárica”, agrega el experto.

Hoy los médicos ya están en posibilidad de informarles a sus padres qué continúa para Oswaldo, pues hace unos meses esto no era posible.

Iban solamente minuto a minuto, después hora a hora, luego día a día.

Hoy, Oswaldo ya no sueña con conejos blancos y gigantes.

(Agencia El Universal)

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