-¡No se preocupe ! Hay una solución para eso, –dice el médico– cómprese muchos caramelos de leche, de esos chiclosos y un momento antes que el borracho de su marido entre a la casa métase 5 caramelos en la boca y comience a masticarlos lenta, pero muy lentamente, hasta que él se duerma.
Un mes después la mujer regresa al consultorio:
– Doctor, su recomendación resultó muy efectiva, cada vez que mi esposo ha llegado borracho me he comido los caramelos, los he masticado lenta muy lentamente y nunca más me ha vuelto a golpear.
– ¡Qué bueno señora!… ¿Ya entendió la conveniencia de mantener la boca cerrada?