Las noticias del narcotráfico que diario vemos, hablan no sólo de cientos, sino de miles de personas involucradas en el crimen organizado, y obteniendo los recursos para vivir de estas operaciones ilícitas.
Sin embargo, es dinero que va y viene, dinero que aporta, que circula, que hace vivo un sistema económico que es difícil determinar a dónde estaría, sin la desafortunada inyección de este dinero sucio que se vuelve limpio. Vamos, ni las remesas de los paisanos en el norte.
Se oye estúpido, pero una pregunta alocada para el Presidente sería si tiene idea de a dónde trabajarían esos miles, si no hay industria ni inversión.
De igual manera, los que se quejan de excesiva burocracia pagada con nuestros impuestos, que pregunten qué pasaría si se redujera el personal en las instancias gubernamentales… un atisbo de esto se puede ver con los despidos de personal perteneciente a la pasada administración, en ocasiones no suplido por poblanos, sino por fuereños.
Cada discurso de graduación universitario –para los que tienen la suerte de estudiar- es más desalentador que el anterior: frases como ‘está difícil allá afuera’, ‘prepárense porque la competencia está muy dura’ o ‘hay que empezar desde abajo, con sueldos de cinco mil pesos si es necesario’, rondan las mentes de los estudiantes.
A ellos, cada vez les vale más la escuela –al grado de ni siquiera preocuparse por entregar trabajos- , porque no saben ni para qué están preparándose o bien, saben que seguramente trabajarán en algo que no es de su carrera, como el 65% de los egresados en el país.
¿A dónde está la generación de empleos decentemente remunerados por la Iniciativa Privada? ¿Cuánto es ‘decente’ para un cuasi-extinto clasemediero? Además de la inseguridad, ¿qué es lo que ha fallado para atraer inversiones nuevas?
Y es que es increíble que un estado de casi seis millones de personas, tenga una alta dependencia a una sola empresa como lo es la Volkswagen desde hace décadas. Porque nadie puede negar que es el sueño de muchos universitarios aún hoy.
Puebla depende principalmente del sector terciario, enfocado a servicios principalmente. Aunque se diga con orgullo, se puede y debe cambiar de discurso, pues Puebla lo tiene todo para ser una ciudad industrial: hay espacio –si no en la capital en municipios aledaños o al interior del estado-, hay infraestructura y al parecer, hay voluntad.
Sobre todo, hay ciudad. Y con esto me refiero a que hay material con qué presumir y con qué atraer: la gente, la educación, grandes firmas, grandes centros comerciales, vialidades grandes… hay con qué. Sólo falta talento para convencer y saber vendernos.