– ¿Hoy también te llamará? ¿A que hora lo suele hacer?
– A cualquier hora. Tengo unas braguitas preciosas para él… ¿No te gustaría oírlo…?, ¿A que sí, Martita?
– ¿Qué dices, tía? ¡Estás chalada!
– Venga Marta, te noto caliente también. Le podría dar tu teléfono, si quieres. Seguro que le darías tus bragas, igual que yo.
– Estás definitivamente loca, Lydia, de verdad.
– Vale, vale, era solo una idea, yo solo quería invitarte a una sesión de sexo telefónico de lo más fuerte. El tío es genial, no veas que manera de calentarte… Tiene una voz atrapante… sugerente, y dice unas cosas… venga, anímate, tan solo le doy tu número de móvil, y luego decides. Total, no sabe quién eres.
– ¿En serio me lo dices?
– Claro, mujer.
– Y… ¿Crees que me llamaría?
– Mírala… la que no quería, la que dice que estoy loca… jajaja.
– No, es solo curiosidad, hija. Me has dejado intrigada.
– Ya…ya…
– Es que todavía estoy alucinando. No me lo acabo de creer.
– ¡Ostras!, Marta, te tengo que dejar. Me ha entrado una llamada, debe ser él. Dios, ya estoy mojándome con solo pensarlo. Joder, como me pone este tío…
– ¡Oye Lydia!
– ¿Qué?
– No te olvides de darle mi móvil…
– Jajaja… No, no te preocupes, ¡Besitos guapa!
– No te olvides… Lydia, por Dios… que soy tu mejor amiga.