Hace unos días a los encuestadores de una prestigiada firma poblana fueron perseguidos para que abandonaran el pueblo.
Al coordinador le sacaron un arma de fuego y le apuntaron: ?Aquí no queremos a nadie?, le gritaron.
Ellos tuvieron que dejar su trabajo de evaluación y se retiraron con un nudo en la garganta.
¿Qué pasa en Puebla?
Sí, a 23 días del arranque formal de la campaña electoral se vive un claro estado de descomposición política.
Y quienes deben enviar señales de prudencia, negociación y madurez están lejos de contribuir a la despresurización electoral que se vive en los pueblos de la entidad.
Los señores de horca y cuchillo ya aparecieron en la campaña. Ellos quieren imponer sus candidatos para mantener su status quo. Faltaba más.
Sin duda que el impasse decretado por las leyes electorales hacia los candidatos a la gubernatura ha provocado un vacío político, donde quienes tienen influencia en sus demarcaciones aprovechan para fijar condiciones a líderes de partido, completamente rebasados.
¿A qué se dedican los dirigentes partidistas?
A descalificarse, evidenciar sus miserias políticas y denostar a sus propios candidatos, mientras que quienes ya están en el barco electoral, a punto de zarpar rumbo al 4 de julio, están sordos y ciegos.
No quieren escuchar razones ni ver una realidad de alta competencia democrática.
Se creen sus números, disponen de una corte de aduladores y creen que ya está ganada una elección que todavía no empieza.
Hay datos duros que indican que la brecha entre una oferta política y otra empieza a cerrarse de manera inevitable.
¿Se imagina arrancar la contienda en un virtual empate técnico?
El problema es que los próximos días resultan cruciales en el proceso de evitar rupturas. No falta el político encajoso que se quiere vender como si tuviera un real capital popular.
Lo cierto es que la designación de candidaturas a alcaldes y diputados locales causará más encono en las comunidades y ante unos líderes partidistas peleados entre sí, en la búsqueda de migajas y exigencias cuando aún no se gana nada, se vislumbra un escenario desolador.
En el PRI están más preocupados en que Doger no se vaya a enojar que en atender reclamos fuertes de quienes mandan en los pueblos.
En la alianza opositora les preocupa más el reparto de las plurinominales que atender las zonas de mayor presencia panista y perredista. Convergencia y el Panal, la neta, valen madre.
Así la verdad no se puede.
Ni como ayudarse.
¿Es lo que nos merecemos?
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