03-05-2024 03:32:56 AM

Zavala-Montero, ¿irreconciliables?

¿Por qué la obsesión de que el próximo gobernador se tenga que llevar bien con su dupla en la presidencia municipal de Puebla?

Y es que en los últimos años ningún gobernador ha estado de plácemes con el inquilino del Palacio de Charlie Hall.

Toda regla, por supuesto, tiene su excepción.

En este caso, la pusieron Mariano Piña Olaya y Marco Antonio Rojas Flores, a quien incluso impulsó con su Delfín a la gubernatura.

Pero antes, como lo contó hace días Valentín Varillas: Piña Olaya bloqueó al entonces edil Guillermo Pacheco Pulido. Nunca fue su candidato. Ya en el ejercicio del poder el dinero para las obras, Piña Olaya se lo entregaba a Herberto Rodríguez Concha (q.e.p.d) para que fuera la Junta de Mejoras la responsable de pavimentar y crear infraestructura en la capital.

Llegó Marco Antonio Rojas, quien como ex secretario de Gobernación de Piña Olaya, recibía todo tipo de apoyo.

Luego, Rafael Cañedo Benítez (q.e.p.d) entró con Manuel Bartlett, quien de plano lo puso en segundo plano y dio beligerancia al entonces síndico Ricardo Menéndez Haces a través de los llamados ?Hombres del Cambio?. De hecho, Bartlett le impuso candados en la designación de integrantes de su gabinete. Para empezar Tesorero y Contralor.

Después, Bartlett pagó el mal trato a Cañedo con Gabriel Hinojosa Rivero, primer panista en llegar a la alcaldía. Fueron tres años de martirio político, al grado de que como nunca se registró una profunda división social.

Ya en la era melquiadista, cohabitaron Mario Marín y Melquiades Morales. Siempre hubo celos de personajes cercanos al gobernador por el activismo del entonces alcalde.

Los proyectos marinistas encontraban el rechazo presupuestal de Finanzas. ¿Ejemplo?: El rescate del rastro.

Mientras Melquiades era agobiado por el sismo y las inundaciones del 99, Marín recorría colonias y entregaba obras. Concluyó la gestión. Entró Luis Paredes Moctezuma, quien de entrada rechazó el convenio de obras para la capital entre el estado y el municipio. Su historia estuvo salpicada de desencuentros.

Ambos se fueron. Apareció Mario Marín y Enrique Doger Guerrero. Los enfrentamientos resultaron históricos e histéricos.

La ruptura se dio con el escándalo Lydiagate. Ahí, se llegó a punto sin retorno. Doger se convirtió en enemigo de la llamada ?burbuja marinista?.

Se fue el mentado doctor y apareció Blanca Alcalá, quien también padeció del frío político del gobernante en turno.

En tanto, ella jugó con la expectativa de aspirar a la gubernatura, empujado por su círculo más cercano, la relación con Marín se congeló. Varias veces se escuchó que con Alcalá puro ?bla, bla, bla??.

Para términos de este análisis, ellos se irán. Llegarán o Zavala y Montero o Moreno Valle o Eduardo Rivera/Beto Aguilar.

¿Usted creen que ellos se llevarán bien?

La historia política indica que no.

www.twitter.com/al_portador

 

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