Al concluir la lectura de su V Informe de Labores, al gobernador Mario Marín Torres le quedó claro que su proyecto político concluyó en su primera etapa: la candidatura del PRI es para su Delfín, Javier López Zavala.
La segunda será realizar los amarres locales y nacionales para ganar la que será la acción política más importante de su vida: operar la campaña para dejar sucesor.
Mario Marín, a diferencia de Guillermo Jiménez Morales, Mariano Piña Olaya, Manuel Bartlett y Melquiades Morales que nunca pudieron darle cuerpo y cara a su proyecto con la gente, está seguro que condujo de la A a la Z su proceso.
¿Cree usted que en el ámbito federal algún grupo de intereses priísta puede alterar los planes de quien regresó de la nada –tras el Lydiagate- para llevarse todo electoralmente?.
La fuerza de los gobernadores es evidente al interior del partido. Ellos mandan y saben que lo que le hagan a uno se lo harán a todos.
Por eso, el gobernador de Colima, Silverio Cavazos Ceballos, puso su Delfín Mario Anguiano Moreno, quien a la postre ganó la elección.
Lo mismo hicieron: José Carlos Hurtado Valdez en Campeche con Fernando Ortega Barnés; y Natividad González Parás en Nuevo León con Rodrigo Medina de la Cruz.
¿Quién tiene alguna duda de la inclinación político-electoral del gobernador Mario Marín Torres a favor de Javier López Zavala?
Nadie, seguro. Sin embargo, existe un dato duro que pone en evidencia la forma en la que mientras otros aspirantes se mantenían a la expectativa, el gobernador Mario Marín operaba para su causa, afecto pues.
Baño de pueblo
En las últimas 50 giras de trabajo que realizó, llevó a López Zavala como su acompañante, según las bitácoras de la agenda gubernamental.
López Zavala, siempre acompañado de Marín, entregó obras carreteras, viviendas, créditos a la palabra, estímulos a productores, piso digno, techo digno, paredes dignas y hasta puertas dignas.
Marín aplicó lo que gobernadores vienen haciendo desde hace años para colocar en el imaginario colectivo a su candidato: placearlo a su lado.
Marín ha dicho en público y privado que el candidato del PRI no será del gobernador, sino del pueblo.
Y en efecto, el mandatario ya puebleó a su muchacho. Le acercó grupos, personas e intereses. ¿Es casualidad que de siete días de la semana, Zavala esté tres en la capital del estado?.
Lo mismo recorrió juntas auxiliares, comió con profesionistas y cenó con empresarios, siempre de la mano de su mentor.
El problema para los adversarios zavalistas es que todo el aparato marinista opera a favor de la causa. De eso ya no existe duda.
Por lo pronto, habrá que estar atento al comportamiento de Zavala. ¿En qué momento deberá marcar distancia con su tutor político?
Y es que sin que haya ruptura deberá existir una sana distancia para demostrar que es él quien ganó.
En otras palabras, en qué momento iniciará la transición del marinismo al zavalismo.
¿O no la habrá?
Es pregunta.
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