29-03-2024 03:40:25 AM

Invitados a mirar II

Por la oscuridad del cine casi no podía apreciar detalle, pero sí era visible el tono de su piel desnuda, lo suficiente para excitarme hasta tal punto que sentía como mi corazón se iba a salir de mi pecho y mi pene del pantalón.

Comencé a besar y acariciar a mi mujer, deseaba saciar mi sed de sexo, por lo que intenté contagiar mi necesidad a Yolanda.

Ella me miró sonriente y me dijo en voz baja:

• ¿Pero qué te ocurre, te noto muy caliente?
• Pues… los chicos de mi izquierda, que me están poniendo… – la respondí mientras dirigía mi mirada hacia ellos.
• ¿Por qué?
• Están haciendo un juego muy excitante, ella hace como de esclava de él, y si te fijas, ahora se ha levantado la falda y está sin ropa interior.
Yolanda se inclinó hacia delante en su asiento y comprobó lo que le contaba.

• No veo casi nada, pero sí que tiene la falda muy subida. Ahora entiendo que no prestes atención a la película – me dijo sonriente.
Mientras ambos les mirábamos, advertimos que él la pide algo nuevo en voz baja al oído, ella se moja los labios con su lengua y vemos como su mano se dirige hacia la cremallera del pantalón del chico. Se la baja, empieza a meter la mano por dentro y le saca su polla, completamente erecta, dejándola ante nuestra vista.

Miro a mi mujer y compruebo que no pierde detalle, pero lo que más me sorprende es cuando la veo bajar su mano derecha y meterla bajo la falda. Yo tampoco me quedo parado y también escondo una de mis manos bajo su falda, en busca de la suya. Así compruebo que se está acariciando el sexo por encima de sus braguitas, pongo mi mano sobre la suya, como si de su sombra se tratara, y la ayudo al masaje. Entremezclo mis dedos con los suyos, noto como su braguita está mojada, lo que hace que ya no me pueda aguantar más y también me saque la polla, para poderla acariciar libremente.

Yo también pido a Yolanda que se quite las braguitas y me las dé. Lo hace de inmediato pues así se podría acariciar mejor.

Vemos a nuestros vecinos que se han quedado quietos, ya no hay órdenes, ahora les toca a ellos disfrutar de nuestro espectáculo.

Cuando el chico ve que tengo las bragas de Yolanda en mi mano se levanta de su silla y se sienta a mi lado. Me pregunta si quiere que juguemos los cuatro juntos. Yolanda le ha escuchado y me mira con unos ojos que claramente me pedían que le diera una respuesta afirmativa.

• Toma, póntelas – le pidió el joven a mi mujer con las bragas de su novia en la mano, a la vez que cogía las de Yolanda y le decía a su chica, que ya se había cambiado también de silla, que se las probara.
Ambos vimos como ellas se ponían las braguitas ajenas, imposible no pensar que se notarían la humedad de la otra en sus sexos.

Yolanda nos dijo a ambos:

• Ahora quiero ser yo quien pida mi deseo
• ¿Y qué es lo que te gustaría? – le respondió el joven a mi mujer
• Pues… me gustaría verles a ambos pajeándose mutuamente – nos pidió riéndose mientras no apartaba la mirada de nuestras pollas.
• Por mí no hay problema – dijo mi vecino de asiento –
• Yo… es que nunca se la he cogido a otro hombre – la contesté mirando a Yolanda a los ojos
• Andaaaaa, vengaaaa, me pidió poniéndose muy mimosa, luego me podrás pedir lo que gustes y yo lo cumpliré muy obediente sin poner reparos.
Cuando quise reaccionar, noté como mi pene estaba siendo agarrado por otra mano que no me era para nada conocida. Miré al chico de mi derecha y comprobé como me estaba masturbando mientras me la miraba golosamente.

El tenía su polla completamente dura a mi lado, así que…sin pensarlo dos veces dirigí mi mano a ella. Fue una sensación extraña notar una polla en mi mano, gruesa y muy caliente, que no fuera la mía. Miré a mi mujer y se sonreía, de repente alzó una de sus manos y me empezó a hacer el gesto de que le pajeara también.

Obedecí y comencé a masturbarle, devolvía lo que él me hacía a mí en ese mismo momento.

• Uffff que bueno, es lo más excitante que nunca he visto – dijo la novia de mi cuate.
• Bueno, ahora nos toca a nosotros ver satisfecha una fantasía – dijo en alto el chico.
• Claro que sí, ¿qué las ordenamos hacer? – contesté uniéndome al deseo de mi socio de sexo.
• Quiero verlas besarse a ambas y luego las seguiremos pidiendo cositas muy calientes.
Yolanda tomó la iniciativa, se cambió de asiento y se sentó junto a la joven. Se miraron mutuamente a los labios y, sin esperar ni un segundo más, comenzaron a devorarse con sus bocas y lenguas.

• Muy bien, ahora quitaos mutuamente las camisas y camisetas. – Ordenó el joven.
Así lo hicieron y se quedaron en sujetador ambas.

• Fuera el resto!!! – Continuó ordenando.
Ellas se abrazaron y se desabrocharon sus sujetadores, se los quitaron y los dejaron colgando del asiento de delante de Yolanda.

• Ahora me gustaría ver como frotan sus tetas la una con la otra – les pedí yo.
Y así hicieron, resultaba muy excitante ver el pezón de la joven jugando con el de mi mujer. Nosotros ya habíamos dejado de tocarnos el uno al otro y lo hacíamos cada uno a nuestra respectiva polla.

• Venga, que sobran ya las faldas – les dijo el joven a las mujeres – que queremos ver como os sientan las braguitas de la otra.
Las dos se desabrocharon un botón que mantenía sujeta las faldas y se las quitaron. Sólo sus bragas nos separaban de su total desnudez.

Yolanda no necesitó ni que se lo pidieran. Metió su mano entre las piernas de la joven e introdujo sus dedos por un lado de las braguitas, así empezó a meterla dos dedos en su sexo. La joven arqueaba la espalda y gemía mientras abría todo lo que podía sus piernas.

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