Celebrar un año más el Día Mundial de la Alimentación no debe contemplarse como un simple festejo oficial, es urgente, por no catalogar como impostergable, traducirlo en una responsabilidad de todos quienes de una u otra forma detentamos cargos públicos y por ende tenemos en las manos la posibilidad de hacer algo por quienes menos tienen, de trabajar por aquéllos que atraviesan por situaciones verdaderamente lamentables e indignas con respecto a sus calidad de vida.