Mi mujer se sentó a mi lado en el sofá mientras yo pasaba de canal en canal.
Ella preguntó: “¿Qué hay en la tele?”
Yo respondí: “Polvo”.
-Y, entonces, la pelea comenzó….
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Cuando llegué a casa, ayer por la noche, mi mujer exigió que la llevase a un sitio caro.
Entonces la llevé a una gasolinera.
-Y, entonces, la pelea comenzó…
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Mi mujer y yo estábamos sentados en la mesa de un boliche, yo me estaba fijando en una chica borracha que estaba sola en una mesa próxima, y que balanceaba su copa.
Mi mujer preguntó: “¿La conoces?”
“Sí,” dije yo. “Ella es una antigua novia mía… Sé que empezó a beber después de separarnos, hace ya bastantes años y, por lo que sé, nunca más ha vuelto a estar sobria.
“¡Dios mío!”, dijo mi mujer, “nunca pensé que alguien pudiese celebrar algo durante tanto tiempo?”
-Y, entonces, la riña comenzó…
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Después de jubilarme, fui hasta la Seguridad Social para poder recibir la carta de jubilación.
La mujer que me atendió solicitó mi carnet de identidad para verificar mi edad.
Busqué por todos lo bolsillos y me di cuenta que lo había dejado olvidado en casa.
La funcionaria dijo que lo lamentaba pero que tendría que ir a buscarlo a casa y volver más tarde. En esto, me dijo: “Desabotone la camisa”
Entonces desabotoné la camisa, dejando expuestos mis cabellos crespos y plateados.
Ella me dijo: “Este cabello plateado en su pecho es prueba suficiente para mi”.
Y procesó mi jubilación.
Cuando llegué a casa, conté a mi mujer, entusiasmado lo que me ocurrió.
Ella me dijo: “¡Vaya! ¿y por qué no te bajaste los pantalones?
Podrías haber conseguido una invalidez permanente también… ”
-Y, entonces, la riña comenzó…