Fue un evento triste, en ocasiones lastimoso.
La alegría del caribe mexicano contrastaba con el sentimiento generalizado de que las cosas no están bien y que se pondrán mucho peor en el corto plazo.
La asamblea de senadores del PAN, celebrada en Cancún a mediados de la semana pasada, fue un recuento de los daños electorales recientes-por cierto, cada vez peores desde que Calderón ganó la presidencia- y un oráculo muy pesimista en torno a los factores que se conjugan perversamente para que el blanquiazul le entregue en bandeja de plata la presidencia a su eterno enemigo tricolor.
Para allá van.
Y es que, siempre presas de dilemas de carácter moral, hoy los senadores se debaten entre si deben de centrar su actividad legislativa priorizando lo que en verdad necesita el país en materia económica o si deben de evitar los temas polémicos y a todas luces impopulares en aras de mantenerse en niveles aceptables de competitividad electoral.
¿IVA en alimentos y medicinas?
¿Sí, o no?
Esta es la duda shakespeariana que ha acabado fulminantemente con la tranquilidad de quienes, después de la debacle electoral del 5 de junio, se han convertido en la única representación legislativa de importancia real para Acción Nacional.
Las opiniones están divididas.
La línea presidencial es muy clara: aprobar a como de lugar la medida, como única opción real para que el gobierno federal pueda hacerse de recursos adicionales en el corto plazo y así, tener un panorama menos complicado en términos del gasto público para enfrentar la segunda mitad del sexenio.
Algunos, como el líder de la bancada, Pablo Emilio Madero, no dudan en afirmar que votar a favor del impuesto sería no sólo un espaldarazo al presidente Calderón, sino que sería también un acto de patriotismo al sacrificarse en lo particular por el bien de la nación.
Otros, sobre todo los que tienen aspiraciones políticas personales y quienes recientemente perdieron en su intentona de convertirse en diputados federales, consideran que lo anterior sería un auténtico suicidio político, que la imagen del partido caería en picada y que si realmente se busca ayudar al presidente se debe de pensar en la manera de obtener triunfos electorales que fortalezcan políticamente a Acción Nacional.
Diez gubernaturas estarán en juego el próximo año, incluyendo por supuesto la de Puebla.
Y es que, una cosa queda clara: para los panistas la línea a los diputados saldrá del Senado.
¿Cuál de las dos partes tiene la razón?
Ni siquiera ellos se ponen de acuerdo.
La plenaria que tenía como único objetivo definir la postura blanquiazul de cara a la conformación de la próxima iniciativa de ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos que próximamente enviará el presidente al legislativo federal terminó sin conclusiones concretas.
Cada quien a reflexionar en privado.
Y mientras, en el PRI ya se frotan las manos.
Se prepara una estrategia muy interesante en caso de que los “pro IVA” en el PAN se impongan.
Simularán una fractura de su bancada, obligarán a los que llegaron a la diputación federal por la vía plurinominal para que sean ellos los que apoyen la medida y que al final se cuenta con la cantidad de votos necesaria para aprobarla.
Confiando en la flaca memoria de la población y su limitada capacidad de análisis, apuestan a que la mayoría de los mexicanos culpe al presidente Calderón por gravar alimentos y medicinas y que por lo tanto sea AN quien asuma el consecuente costo electoral
Lo anterior, aunado a la división perredista por el tema López Obrador, los pondría ya a un paso de recuperar la presidencia del país.
Claro, esa es la óptica priísta.
Lo que si es real es que el PAN atraviesa por una situación francamente complicada, la peor de su historia.
Si continúa la división y la falta de capacidad para cerrar filas en torno a tomar medidas que garanticen su viabilidad en las urnas, el blanquiazul podría perder n tiempo récord lo que le costó décadas enteras conseguir.
La realidad del panismo poblano no es mucho mejor.
¿Competitividad electoral o congruencia ideológica?
Usted decida.
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